El periódico estadounidense 'The New York Times' publica en su edición electrónica global el caso de Julio Vildosola, un ejecutivo que después de trabajar seis años en una multinacional en Barcelona, se ha mudado con su familia a Buckden, un pueblo cercano a Cambridge (Inglaterra), donde dirigirá una pequeña empresa de software. No es un caso sorprendente, pero ha servido para ofrecer una pesimista visión de la situación económica en España.

Vildosola declara, horas antes de tomar un avión con destino a Londres, que "la situación económica en España es cada vez peor". "Hay demasiados riesgos. España seguirá los pasos de Grecia y yo no quiero terminar utilizando pesetas devaluadas", afirma. Evidentemente, se ha llevado sus ahorros y los ha ingresado en bancos británicos.

Esta acción sirve para abordar el problema de la fuga de capitales, el más grave de la zona euro, según el diario, que llega a afirmar que el capital que ha abandonado el país equivaldría al 50% del producto interior bruto (PIB) en los últimos tres meses. Ni siquiera el compromiso europeo de inyectar 100.000 millones de euros en el sistema bancario español ha podido evitar la salida de dinero al extranjero. A la fuga de capitales, sigue señalando 'The New York Times', se une también la salida de las personas más preparadas laboralmente, "hartos de la falta de oportunidades de trabajo en un país donde la tasa de desempleo roza el 25%". Según estadísticas oficiales, 30.000 españoles se han registrado para trabajar en Gran Bretaña en el último año, lo que supone un aumento del 25% respecto al año anterior.

El artículo del diario también se apoya en declaraciones de José García Montalvo, economista de la Universitat Pompeu Fabra: "Sin duda hay un poco de pánico", afirma. "Los ricos ya han sacado su dinero. Ahora son los profesionales y las personas de clase media quienes están llevándose el dinero a Alemania y Londres. El estado de ánimo es muy, muy malo".

Otros aspectos negativos de nuestra economía señalados son el coste del fiasco de Bankia, el endeudamiento autonómico y, en un plano más general, las sombrías perspectivas macroeconómicas sobre la zona euro. Pero al menos deja una ventana abierta a la esperanza: "España está aún lejos de una quiebra como la griega, tiene una economía más grande y diversificada, menores niveles de deuda y un mercado de bonos que aún funciona", termina diciendo.