"Tengo derecho a mi fiesta", ponía en la pancarta de un vecino de Tordesillas ayer en el Toro de la Vega. No estaría de más que el hombre y quienes piensan como él --al parecer todos los tordesillanos a una en plan Fuenteovejuna--, se aprendieran el estribillo del hitazo gamberro de los Beastie Boys (You gotta) fight for your right (to party), que dice lo mismo que el título pero sin paréntesis: "Tienes que luchar por tu derecho a la fiesta". Porque vienen tiempos difíciles para el inmemorial torneo.

Los proanimales ya no se conforman con protestar y han abierto las vías judicial y política. El partido animalista PACMA registró ayer en el Congreso de los Diputados una carta dirigida al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y al líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, en la que les reclama la abolición de la justa. Respaldan la misiva 85.000 firmas. Elena Valenciano, vicesecretaria general del PSOE, dijo que el Toro de la Vega debe transformarse en un festejo sin sufrimiento del animal.

Manifiesto ensalzador

De hecho, los tordesillanos ya han comenzado a luchar por el derecho a su fiesta. Un grupo de profesores universitarios ha dado un alegrón al ayuntamiento y al Patronato del Toro de la Vega, una especie de guardián de las esencias, con un manifiesto de 10 puntos en el que el alanceamiento de un astado alza el vuelo como la forma más noble y pura de la tauromaquia en oposición a las sospechosas corridas comerciales, como un rito que nos comunica con el pasado y ofrece "lances de una belleza arrebatadora" que remiten a los aguafuertes de Goya y las estampas de Pepe-Hillo. "Es lo que algunos antropólogos llaman violencia sagrada", dice Luis Martín, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid y uno de los firmantes de la declaración. Cultura, vaya. Agua de mayo para los tordesillanos en general y los torneantes en particular, "perplejos por haber pasado de héroes a villanos en poco tiempo", en palabras de Martín.

El Toro de la Vega tuvo un prólogo la madrugada del martes. Más largo de lo previsto. Vulcano, de 580 kilos, tardó una hora larga en ir del corral en el que estaba a la plaza de toros en la que pasó la noche. El desfile se hace para que la localidad contemple al ejemplar.

Gran expectación

Por la mañana, unas 50.000 personas siguieron el espectáculo. Tordesillas tiene 9.000 habitantes. Sonaban jotas castellanas por megafonía. A veces se interrumpían para que el pregonero recordara artículos del reglamento del torneo, haciendo hincapié en cómo tratar al toro, con respeto y luchar con él de forma honorable.

Vulcano no causó buena impresión a su llegada a la vega donde se disputa el torneo. "Va como una oveja", dijo un asistente en referencia a su actitud distraída. Le rodeaban cientos de corredores y le envolvía una nube de polvo. Tenía delante un muro formado por un centenar de caballistas, que no llevaban ninguna pica, arma prohibida este año para que no se pueda confundir con una lanza y evitar así la sensación de que son legión los torneantes. Y más allá aguardaban los lanceros. Se inscribieron 50 (la obligación de apuntarse es otra novedad y algunos lo hicieron solo por hacerse con la nueva acreditación) pero no acudieron todos.

Óscar Zamorano, el ganador del 2011, fue como lancero de infantería. Pero no luchó. Vulcano se hizo de rogar antes de entrar en la zona donde se puede alancear al toro. Sus movimientos erráticos causaban carreras en tropel. Finalmente entró en el campo de batalla. A las 11 y 20 minutos había muerto.

Poco antes de la muerte del toro llegaron al palenque unos 50 defensores de los animales. Les escoltaba la Guardia Civil, que no sobraba. Desde detrás de una alambrada gritaron "¡es ilegal el Toro de la Vega!" y "¡Tordesillas vergüenza nacional!" y llamaron "asesinos" a los asistentes. Estos a su vez les llamaron "perroflautas" y "friquis".

Se equivocaron quienes vieron en Vulcano a un astado manso y acertó Zamorano al tenerle miedo. Corneó a dos personas, una de ellas un fotógrafo de prensa, y a la hora de la verdad fue "bravo" y "peligroso", según José Antonio González (PSOE), el alcalde de Tordesillas.

Al quite

En la plaza mayor se congregó una muchedumbre para conocer el ganador. El jurado revisó vídeos del torneo y no tuvo dudas: David Rodríguez, tordesillano de 33 años y trabajador de la construcción, lancero a pie. Asestó dos pinchazos a Vulcano, y en el segundo perdió pie. Fue entonces cuando otro torneante clavó una tercera lanzada a modo de quite para socorrer a su compañero. Era la primera vez que participaba. Y decidió hacerlo la noche anterior. Su jefe le prestó la lanza de la que en la plaza mayor colgaba el rabo del toro, distintivo del campeón.

El alcalde acusó a los proanimales de haber sembrado tacos de madera con clavos sobresalientes en el campo del Toro de la Vega. Los animalistas negaron las acusaciones.

Concepción Reyero, portavoz del Colectivo Antitaurino y Animalista de Vizcaya, explicó que la entidad a la que representa ha interpuesto un recurso de nulidad contra el Toro de la Vega por incumplimiento del reglamento taurino de Castilla y León. Dicho reglamento exige "ausencia de maltrato a las reses de lidia" en los festejos populares y la asociación entiende que Tordesillas es ilegal. "El año que viene habrá Toro de la Vega. Y quizá el otro también. Pero este recurso llegará a Europa y será Europa quien prohibirá la expresión más salvaje de la lidia más pronto que tarde", avisó.