En los meses de agosto a octubre, no es raro que a las comisarías del norte de España se acerquen cazadores o senderistas para avisar de que, mientras estaban en el bosque, se han dado de bruces con una plantación de marihuana. Tampoco es raro el agricultor que ha encontrado ese particular cultivo en medio de su campo de maíz. "Al aire libre, esos son los lugares donde se suelen encontrar las plantaciones", comenta el subinspector Jordi Fadurdo, responsable del área de investigación antidroga en Lérida.

"Nos estamos encontrando con plantaciones en medio de los campos de maíz. Al ser una planta tan alta, tapa la marihuana e impide que se vea desde el suelo", comenta el subinspector, que reconoce que se están usando helicópteros para sobrevolar zonas rurales en busca de esos cultivos. El hecho de que el ritmo de crecimiento de ambas plantas sea similar facilita el camuflaje. "El problema es que es difícil determinar si alguien se ha colado sin permiso en un cultivo ajeno y ha plantado la marihuana; o bien si el agricultor lo sabía y se lleva un porcentaje", comenta el subinspector, que señala que en el caso de los bosques, los cultivadores suelen buscar zonas aisladas y, a ser posible, cercanas a riachuelos "para aprovechar el agua".

SIN MIEDO La razón del incremento de los cultivos de marihuana, sea cuál sea su tamaño, es las más de las veces económica. "Hay gente que busca en la marihuana un complemento económico. Con siete plantas bien cuidadas uno puede sacarse un sobresueldo", dice un inspector antidroga del Cuerpo Nacional de Policía, que añade: "Se ha perdido el miedo a esa planta, tanto a consumirla como a cultivarla. La gente cree que no le va a pasar nada".

La creciente demanda de marihuana hace que, además, cuando alguien no la cultiva y no está dispuesta a pagar por ella, directamente la robe. Así, todas las policías han detectado un incremento de asaltos en que el botín que se buscaba eran las plantas. Se han producido asaltos violentos tanto a tiendas como a plantaciones. En otras ocasiones, hay grupos organizados que obligan a entidades cannábicas a, bajo amenazas, venderles la marihuana que tengan en su poder.