Las trabajadoras de una gestoría de Zaragoza nunca olvidarán aquel 23 de diciembre del pasado año cuando estaban a punto de bajar la persiana para irse de vacaciones por Navidad y fueron atracadas a punta de pistola e, incluso, llegaron a ser maniatadas con bridas. Ayer volvieron a recordar aquello en el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal número 5 de la capital aragonesa, no dudando en señalar a Francisco C. R. como el autor de los hechos. 

Fue mientras estaba sentado en el banquillo de los acusados en el que no estuvo solo, ya que otro joven, Luis Miguel T. B., le acompañó después de que el Grupo de Atracos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón le detuviera por otro asalto con un mismo modus operandi en una papelería. Este ocurrió al día siguiente. De ahí que la Fiscalía solicitó casi 11 años al primero y cinco años y 9 meses al otro, después de retirarle una de las acusaciones.

Los dos procesados negaron la mayor, aunque Francisco C. R., defendido por el letrado Alejandro Sarasa, tuvo que reconocer uno de los robos por las pruebas que había en su contra. Fue el que tuvo lugar un 24 de diciembre sobre las 19.15 horas cuando entró en la tienda exhibiendo una pistola junto a, supuestamente, Luis Miguel T. B. y se dirigieron al dueño del negocio, exigiéndole la entrega de todo el dinero de la caja registradora, a la vez que le instaron a tirarse al suelo atándole con unas bridas las manos y los pies. Tras registrar los cajones de la caja registradora se apoderaron de 530 euros, de un teléfono móvil y de un paquete de tabaco. Abandonaron el lugar, llevando uno de ellos una maleta de ruedas.

Dos menores fueron testigos de los hechos desde el exterior de la papelería, dando aviso a la Policía Nacional, llegando a describir los movimientos que estaban realizando. Gracias a ellos pudo ser detenido Francisco C. R., localizando, a su vez, la pistola y la maleta de ruedas que portaban, de la que se habían desprendido en la mediana del camino de las Torres, y en su interior, entre otros efectos, un cuchillo de 25 centímetros de hoja, cuatro pares de bridas y dinero en efectivo.

La participación del acusado defendido por la abogada Olga Oseira está en el aire porque ninguno de los testigos lo pudo señalar durante el juicio, en contraposición de Francisco C. R. de quien llegó a decir alguno de ellos que era él «con un alto porcentaje».

Fue en el asalto de la gestoría. Las empleadas señalaron que provistos uno de ellos de un cuchillo de 25 centímetros de hoja y el otro de una pistola accedieron al despacho. A una de ellas, según señalaron, le colocaron el cuchillo en el vientre y le exigieron a continuación la entrega del dinero. Pero no lo había. No las creyeron, así que decidieron coger las bridas, maniatarlas de manos y pies mientras hicieron un registro de la oficina, aunque solo consiguieron llevarse los móviles y 15 euros.