Los expertos en psiquiatría citados a petición de la defensa en el juicio por el intento de asesinato de un guardia civil, en mayo de 2020 en Huesca, han coincidido en señalar que el trastorno delirante crónico que padece el acusado, José Luis E. E., "le llevó a esa agresión como un intento de defensa".

El acusado, también miembro de la Benemérita que acumula 16 bajas por depresión, creía a causa de su enfermedad que era objeto de un acoso con el fin de matarlo y culpaba de todo a la Guardia Civil.

La víctima, que recibió 13 navajazos, estuvo a punto de morir y sufre graves secuelas, como una mielopatía cervical, que son permanentes, según ha señalado el neurólogo Francisco Javier Mora. Mientras, su hija de 16 años, que trató de evitar la agresión, recibió ocho navajazos. Por ambos sucesos las acusaciones piden un máximo de 25 años de cárcel, mientras que la defensa considera que el imputado no era responsable de sus actos y solicita que sea ingresado en un centro psiquiátrico.

Este jueves el juicio por el intento de asesinato y lesiones ha alcanzado su tercera sesión, los psiquiatras han definido la enfermedad del acusado como delirio persecutorio paranoico y trastorno delirante, unas dolencias que "alteran" la voluntad y la inteligencia del agresor.

"Vivía en una angustia continua"

"Él estaba convencido de que le estaban controlando, de que tenía el móvil jaqueado y de que intentaban matarlo", ha declarado la psiquiatra que ha tratado al imputado en la cárcel de Logroño. Estas circunstancias, ha añadido, "le llevaron a llevar a cabo una agresión como un intento de defensa".

"Él no tiene conciencia de su enfermedad debido a que su capacidad de juicio está alterada", ha añadido la psiquiatra, que ha asegurado que José Luis E. E. "vivía en una angustia continua" y que la patología mental que padece anula sus capacidades, con lo que su imputabilidad (grado de responsabilidad) se ve afectada.

El doctor Juan Carlos Giménez Morales se ha referido al "avance insidioso y lento" de la enfermedad mental, complicado además con el final de dos relaciones de pareja. Ha dicho que el momento inicial del trastorno psíquico puede ubicarse en 2013, cuando el acusado denunció problemas con las cámaras de grabación de los interrogatorios de los detenidos en su lugar de trabajo, seguido de una supuesta acusación relacionado con la droga que había en el suelo de un bar donde él se encontraba, a lo que siguió un viaje a Barcelona tratando de eludir la persecución de la que creía que era objeto.

"No había intención de matar"

"Creo que no había intención de matar, pero dio la maldita casualidad de que coincidió en la calle con la que sería su víctima y sufrió un ataque de ira", ha afirmado. Asimismo ha asegurado que, desde su punto de vista, "fue una reacción defensiva" y que el acusado "había perdido el juicio por completo". "Desde su punto de vista personal, se estaba defendiendo".

Los expertos convocados a petición de la defensa han coincidido también en que el acusado debe ser internado en un centro psiquiátrico, "con ambiente terapéutico", y no en una cárcel. "Es un enfermo psicótico, un hombre débil y amedrentado, un pobre diablo al que se comerían en la cárcel", ha dicho uno de los psiquiatras.

Las partes han elevado a definitivas sus conclusiones provisionales, con ligeras variantes, de forma que el fiscal ha pedido 20 años de prisión por tentativa de asesinato y lesiones, el acusador particular Enrique Trebolle 25 años por dos tentativas de asesinato, y la defensora, Arantxa Guarda, la absolución con la aplicación de la atenuante de reparación del daño y la eximente completa de trastornos psíquicos. Alternativamente ha solicitado tres años de cárcel por dos delitos de lesiones con uso de instrumento peligroso.