Ingeniero de caminos jubilado, acaba de publicar ‘Camineros, de la senda a la autovía’, una publicación del Instituto de Estudios Turolenses sobre la historia de las carreteras en esta provincia aragonesa. El libro se presenta el 2 de marzo en el Museo de Teruel.

¿Cómo surge la idea de escribir ‘Camineros, de la senda a la autovía’?

El libro tiene un origen muy antiguo, porque he estado más de 30 años trabajando en las carreteras de Teruel. Hay un problema para empezar: el edificio que albergaba todos los archivos de carreteras fue destruido durante la guerra civil, por lo que antes de 1939 es casi imposible acceder a información sobre las carreteras de la provincia. La documentación se basa en las pocas fuentes externas y en la información de los organismos oficiales. Siempre he tenido la ilusión de recomponer la historia de las carreteras de Teruel.

La tardanza en la construcción de infraestructuras siempre ha perjudicado al desarrollo de zonas como Teruel.

Carlos Casas Nagore

Sin embargo, este libro no es su primer proyecto escrito en torno a los caminos turolenses.

Junto a varios compañeros, ya en el año 2003, preparé una exposición en el Centro de conservación de carreteras de Teruel, el embrión del Museo de carreteras que tenemos en la provincia. Los textos de los paneles explicativos fueron el germen de esta publicación: los he adaptado y cambiado para conseguir un formato de lectura más continuada.

Entiendo que es un estudio específico de la provincia...

El envoltorio sí. Es cierto que la mayor parte del volumen se centra en la historia de los caminos y las carreteras de la provincia, desde su nacimiento hasta finales del siglo XX. Sin embargo, sí que, bajo ese envoltorio, se puede encontrar mucha información común con el resto del país, por lo que también puede ser útil para conocer la historia de las carreteras de otras provincias españolas.

¿Cómo ha sido la historia del desarrollo de las carreteras en Teruel?

Empezamos por las calzadas romanas, de las que casi no se conocen huellas en la provincia, y pasamos a los puentes de piedra, auténticas joyas arquitectónicas. En el siglo XVIII, con_Carlos III, empiezan las construcciones de caminos, aunque perjudican totalmente a Teruel por el sistema radial, nacido en Madrid. El siglo_XIX se define en Teruel por la lentitud de la construcción de sus carreteras y por las guerras carlistas, y luego ya el XX, con la llegada de la A–23, tras la destrucción de muchas zonas en la guerra civil. También hay capítulos dedicados a definir lo que es una carretera, a sus usuarios y a esos peligros que existían en los primeros años de uso. Y para los peirones, unas figuras muy importantes en nuestra comunidad.

El libro, aunque centrado en Teruel, aporta mucha información común con las carreteras de toda España.

¿La estructura radial sigue siendo hoy un problema para las comunicaciones?

Totalmente. Todos aquellos que se encuentran fuera de los radios siguen siendo perjudicados. Zaragoza ha tenido la suerte de estar siempre bien conectada. Teruel, por contra, ha tenido carreteras principales transversales a esos radios. La tardanza siempre ha perjudicado a lugares como Teruel.

Define todo este relato como «una historia de esperanzas y decepciones». ¿Cómo ve el futuro para Teruel?

Es muy urgente acelerar la construcción de la A–68, pero sin olvidar las otras autovías cercanas. Pero no se puede hacer todo pensando en ir a Madrid, si no plantearlo como un plan de conexión nacional. Madrid es un agujero negro que absorbe todo el tráfico y el tiempo de los transportes de todo el país. No se puede seguir perdiendo el tiempo.