Doctora en Historia. Su tesis sobre el movimiento feminista en Aragón fue premio extraordinario. Ahora parte de su investigación toma forma en una curiosa exposición que conmemora la historia del 8M en las calles de Zaragoza, que rompe mitos y será itinerante.

-Inauguran una exposición que recorrerá toda Zaragoza haciendo historia del 8 M. Es una mirada al pasado curiosa...

Sí, es una mirada necesaria porque debemos saber de dónde venimos, quiénes nos precedieron, cómo concebían el mundo en el pasado y cómo hemos evolucionado hasta hoy. Para poder proponer alternativas que mejoren el presente, es fundamental construir una memoria colectiva y para ello debemos ir a los significados perdidos del pasado. Así, los ecos de la historia nos pueden dar herramientas genuinas de reflexión para el futuro.

--Usted es la comisaria de una muestra que enseña desde la calle. Y que será itinerante. Será una manera de que el 8M esté en la calle.

Es una forma de acercar el feminismo histórico a la ciudadanía en un momento en el que había que ser creativas y proponer formas de reivindicación alternativas debido a la pandemia. En este caso, a través de la recuperación y visibilización de la memoria colectiva de las aragonesas. El objetivo que nos proponemos es seguir profundizando en esta investigación y que la exposición, ampliada, llegue a ciudades y pueblos de todo Aragón.

--Hablan del inicio de la celebración de este día e incluso rompen algunos mitos... ¡La mayoría vinculamos la fecha a una huelga celebrada el 8 de marzo de 1908!

Sí, nos han llegado hasta hoy versiones que la historia no sostiene. El 8 de marzo de 1908 era domingo. Un día un tanto extraño para que se declarase una huelga. El incendio que sí conmocionó a la sociedad estadounidense fue el de la fábrica The Triangle Shirtwaist, el cual se produjo el 25 de marzo de 1911. No obstante, no fue el origen del Día Internacional de la Mujer, de hecho la primera celebración del día internacional se produjo varios días antes del incendio.

La investigación de Ana Isabel Álvarez publicada en el libro Los orígenes y la celebración del día internacional de la mujer, 1910-1945 es muy útil para saber más al respecto. En ella, Álvarez explica que la motivación de dicha versión, que comenzó a difundirse en los años cincuenta (en el contexto de la Guerra Fría), residía en obviar la relación de la celebración de esta fecha con la Internacional Socialista y la Revolución rusa. En concreto, con las mujeres rusas de Petrogrado que se declararon en huelga y se manifestaron por Nevski Prospekt el Día Internacional de la Mujer de 1917 y que fueron fundamentales en el inicio de la revolución.

--Usted habla de la II Conferencia Internacional y de Clara Zetkin, que logró la aprobación de este día por delegadas de 100 países.

Efectivamente. Aunque ya existían, a nivel nacional, los “días” de la mujer como por ejemplo el Woman’s Day propuesto por el Partido Socialista Americano desde 1909, la internacionalización de esta celebración se propuso en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas a propuesta de la alemana Clara Zetkin.

--Pero antes de esa primera ola de las sufragistas, ¿no hubo una anterior en la Revolución Francesa?

En la historiografía europea utilizamos esa categoría analítica de la “ola” para conocer la evolución del pensamiento del feminismo histórico y lo dividimos en tres, haciendo de la primera una unión de las aportaciones de emancipación de las mujeres en el siglo XIX y comienzos del siglo XX. En la historiografía anglosajona, por el contrario, hablan de cuatro olas, situando la primera en la Revolución Francesa y la Convención de Séneca Falls.

No obstante, insisto, son categorías que los investigadores/as usamos por ser útiles para el análisis, no son en sí mismas una esencia inmóvil del pasado. Reflexioné sobre esto mientras hacía la tesis doctoral porque siempre me preguntaba ¿acaso no hay feministas entre las olas?

--En Zaragoza, ya hubo un Día Internacional de la Mujer en el año 36. En la exposición lo rescatan para resaltar incluso la figura de Josefina López

Sí. Quiero destacar a investigadoras como Régine Illion que han colaborado en la exposición aportando sus materiales e información, así como la exposición Aragonesas del 36. Una época, unas vidas que se inauguró en el año 2006 y que ha sido nuestro precedente. Debemos seguir investigando y sacar a la luz la historia del feminismo aragonés de los años 30. Rescatar los movimientos sociales del momento donde encontramos una conciencia de clase y una conciencia feminista muy fuerte, además de muchas lideresas como Josefina López que son fundamentales y que deben ser conocidas y reconocidas por su compromiso social.

--Durante la segunda ola del feminismo, la ONU aprueba la celebración del Día Internacional en 1977. Pero Zaragoza había recuperado ya su 8M mucho antes. ¡En 1968!

Claro, siguiendo la estela de la internacionalización de una cultura emancipatoria como la que encarnaba el 8 de marzo, su celebración se filtraba incluso en una Dictadura como la franquista. En Aragón, fue el Movimiento Democrático de Mujeres la organización que más empeño puso en su recuperación durante los años sesenta.

--A partir de ahí, empezarían otras luchas. Por ejemplo, el divorcio, un derecho al que prácticamente nadie se opondría a día de hoy, encabezaba manifestaciones... Resulta hasta curioso verlo hoy en esa exposición las fotos de aquella manifestación.

El franquismo supuso un enorme retroceso desde el punto de vista de los derechos de las mujeres. Aunque en otros países del entorno también existían leyes discriminatorias, algunos delitos como el amancebamiento, el adulterio o los abusos deshonestos convertían a España en un país muy particular. Debemos decir que la democracia española de 1978 no suprimió estos delitos por lo que su eliminación fue un objetivo fundamental del feminismo en los años setenta y ochenta.

--En 2018, el 8M irrumpió con fuerza para quedarse. ¿Hubo una única mecha?

Los movimientos sociales, el feminismo en este caso, son deudores de quienes les precedieron. No obstante, tengo claro que el contexto de crisis económica, de reacción antifeminista e incluso la experiencia previa en el 15M, han ayudado a tejer alianzas intergeneracionales y defender lo que es de justicia, para las mujeres y para todxs.

--El feminismo es un movimiento del que se habla mucho. Pero del que, visto lo visto, sabemos menos...

El feminismo, como decía antes, es un modo de estar en el mundo, un modo de relacionarse con los demás y, a su vez, es un movimiento social extraordinariamente plural. Si bien no podemos perder el análisis de los significados dados al género y de las desigualdades históricas que han sufrido y sufren las mujeres en las sociedades, desde el punto de vista de la movilización social, el sujeto del feminismo es más amplio porque se entrelaza con otras opresiones como la raza, la clase, el origen, la orientación/identidad sexual, etc. Un aspecto que ya entendían las mujeres zaragozanas de los años treinta y que debemos recuperar para proponer una transformación holística.

--También hay mujeres que, sin ser machistas, se sienten excluidas del discurso. No cree que esto debe llevar a hacer didáctica, incluso a hacer autocrítica.

Desde luego. El feminismo es una forma de estar en el mundo, de relacionarse con los demás. Y esto incluye la escucha, el respeto, la empatía…una política de cuidados vivida desde la cotidianeidad. A su vez, implica un reconocimiento de la diferencia y la didáctica como modo de acercar posiciones. No obstante, debemos decir también que el feminismo es un humanismo y que siempre ha aunado en su pensamiento teórico, siguiendo a Nancy Fraser, el reconocimiento de las diferencias y la justicia social. Ahí deberíamos encontrarnos todxs para hacer de éste un planeta más habitable y en el que tengamos una vida que merezca la pena ser vivida.

--Usted es historiadora... E hizo su tesis sobre la historia del feminismo. Probablemente es una historia a la que le falten muchos capítulos.

Mi tesis doctoral versó sobre la construcción de los feminismos en el Aragón del tardofranquismo y la transición. Aunque también he investigado a las mujeres que trabajaron por la paz en la primera mitad del siglo XX en relación con la organización WILPF. (El año pasado Carmen Magallón y yo misma sacamos los resultados de esta investigación en el libro Feministas por la Paz editado por Icaria). Me gustaría realizar una monografía sobre el feminismo y el pacifismo histórico a lo largo del siglo XX en Aragón. No obstante, para ello haría falta financiación y los jóvenes doctores apenas tenemos oportunidades en la Universidad de Zaragoza.