La causa del ecumenismo, que propugna la unidad de las diferentes iglesias cristianas, ha recibido hoy un nuevo impulso en Zaragoza. El monasterio de la Resurrección, de las canonesas del Santo Sepulcro, ha acogido una reunión de representantes de varias confesiones con presencia en España para escuchar al pastor y teólogo luterano André Birmelé, que ha hecho de la búsqueda de una base común su objetivo vital.

«Lo esencial es llegar a ser cristiano en una sociedad muy secularizada y conseguir anunciar el Evangelio a quienes no creen», subraya Birmelé, para quien «el mayor reto del ecumenismo es la forma de comprender el ministerio sacerdotal» en las diferentes confesiones. «El diálogo entre las iglesias avanza de una forma que no está mal, pero sucede que nuestras sociedades no tienen ningún interés en las antiguas oposiciones que las separaban» en materia religiosa, sostiene.

Unidad, no uniformidad

Birmelé, que es francés y está en la capital aragonesa invitado por la Archidiócesis de Zaragoza y, más en concreto, por la Delegación de Ecumenismo y Diálogo Religioso, explica que «las bases de las distintas familias cristianas tienen muchos problemas para recibir y vivir lo que el movimiento ecuménico ya permite realizar, de forma que siguen encerradas en sí mismas». Desde su punto de vista, un mensaje crucial es que «la unidad de la Iglesia es todo salvo uniformidad».

Respecto al aluvión de denuncias de pedofilia contra sacerdotes que se extiende por el mundo, el pastor luterano considera que es un problema que «afecta a todos». Pero precisa que hay que «ser prudentes» y «esperar a ver si la Iglesia católica es capaz de arreglarlo». «Si así fuera, será más fácil dialogar unos con otros, pero no me corresponde a mí decir cómo se debe hacer», concluye.