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Patrimonio | La importancia de los neveros en Aragón

Cuando el hielo se hacía en frigoríficos de piedra

Unas obras en el paseo del Segoñé de Fraga dejan al descubierto uno de los mayores neveros de Aragón -- Estas infraestructuras tuvieron mucha importancia porque permitía acumular nieve y producir el frío

Cuando el hielo se hacía en frigoríficos de piedra

Tras el descubrimiento y excavación de un pozo de hielo en Fraga muchos lectores se preguntaran: ¿Qué es un pozo de hielo? ¿ Para que servía? ¿ Quien lo construyó y porqué lo hizo? Espero que con este artículo podamos contestar a estas preguntas.

Los pozos de hielo y nieve o neveras son unas construcciones realizadas, fundamentalmente, en piedra. Constaban de un cuerpo, en su mayoría, cilíndrico, excavado en el subsuelo o enterrado en él para favorecer el aislamiento térmico que ayuda a la conservación del hielo

Podían tener una cubierta plana, pero en muchos casos los cubría una bóveda Esta se podía construir de diferentes formas: por aproximación de hiladas creando una falsa cúpula, con la presencia de uno o dos arcos para sus tentarla, como el que ha aparecido recientemente en Fraga. O incluso la podían realizar con ladrillo. La cúpula contaba con una apertura cenital para extraer el hielo o la nieve.

En el fondo del pozo se construyen sistemas de desagüe para que el agua que se pueda producir durante los meses que el hielo permanece en el depósito no favorezca el deshielo. Los sistemas de desagüe también son variados. Pueden construir un canal de desagüe que, favorecido por el desnivel del fondo del pozo, lleve el agua al exterior. Pueden ser una serie de canalillos excavados en el fondo para realizar la misma función. O un pequeño pozo ciego que gracias a la porosidad de la roca donde está excavada la nevera realice el mismo cometido.

LA MUELA Este nevero recientemente restaurado y que se puede visitar tiene más de 300 años de antigüedad.

Muchos pozos contaban con una puerta (porteta) en la unión entre la cúpula y el cuerpo. Por ella entraba el hielo y los operarios que lo compactaban gracias a unas escaleras o a una polea y su respectiva cuerda que estaban ancladas al inicio de la cúpula. El pozo se cerraba con una puerta de madera y con llave hasta que ere necesario el hielo. Además, en las proximidades o rodeándolo podía haber una caseta o almacén para guardar todas las herramientas necesarias para llenar y vaciarlo de nieve o hielo.

Ya se utilizaba nieve en la Antigüedad, pero hacia el final de la Edad Media y durante el Renacimiento vuelven a resurgir los núcleos urbanos que concentran población y que recuperan el gusto por las bebidas frías y desean una mejor conservación de los alimentos. Coincide esto con un cambio de las teorías médicas que ahora consideran terapéutico el uso de la nieve para mejorar la salud de los enfermos. Y a su vez entre 1550 y 1850 los expertos hablan de una pequeña Edad del Hielo en la que las temperaturas bajan considerablemente y es más sencillo obtener nieve y hielo naturales y conservarlos.

Para hacer frente a esta demanda creciente se construyen numerosas neveras. No es un fenómeno exclusivo de Aragón, ni siquiera de la cuenca mediterránea Durante estos siglos se ha constatado la presencia de este tipo de construcciones por todo Europa.

Son diversas las entidades que edifican pozos. Muchos son privados, mandados hacer por señores en sus territorios y mantienen un importante volumen de comercio de la nieve que viene a aumentar las rentas de sus señoríos. Otras privadas tienen relación con los diferentes monasterios y conventos existentes en el territorio. Generalmente era para auto consumo y para surtir a los hospitales que regentaban.

Los pozos de hielo públicos los construían y sostenían los Concejos y Ayuntamientos municipales. Eran a su costa para favorecer a los habitantes de sus poblaciones y conseguir ingresos con los forasteros que los solicitaban, pues a ello se les cobraba mayor cuantía. Su mantenimiento y llenado corría a cargo de los Concejos, que podían repercutir el gasto en aquellas personas que obtenían el abasto del hielo.

Los pozos se pueden dividir en dos tipos según su localización. Los de las zonas montañosas como los Pirineos o el Sistema Ibérico se abastecían de nieve y pueden estar agrupados, como en Fuendetodos, como centros de producción con fines comerciales. Estas neveras en concreto surtían de nieve a Zaragoza y existe un proyecto de recuperación por parte del ayuntamiento de la localidad y la intervención del arqueólogo José Luis Ona para su recuperación.

PASEO DEL SEGOÑÉ. FRAGA El hallazgo fortuito de este nevero es de vital importancia. Permitía acumular 500 toneladas y se halla en pleno casco urbano, algo poco habitual.

El segundo tipo son los pozos urbanos localizados en las cercanías o dentro de las villas más importantes. Tenían dos funciones principales: servir de depósito de la nieve que se traía de la montaña y cuando el invierno era frío rellenar los pozos con hielo acumulado en una serie de balsas construidas al efecto.

Muchas personas se preguntarán cuándo y cómo se llenaba un pozo y que se hacía después con la nieve o el hielo que se guardaba. Cuando llegaba lo más frío del invierno se acondicionaban las neveras, limpiándolas y revisando el enrejillado de madera colocado en el fondo. Se aislaban las paredes con fajos de cañas y así evitar su deshielo.

Mazas para compactar

Si nevaba lo suficiente se recogía la nieve y se introducía en el pozo. Los operarios, que estaban dentro, la iban compactando con unas mazas de madera (pisones) en capas de 40 o 50 centímetros de espesor, separadas por paja. Y así hasta llenarlo, dejando un espacio para su aireación. El proceso para el hielo difería muy poco. Se cortaba el hielo almacenado en las balsas en bloques manejables con sierras y se empozaba y cerraba el pozo hasta que llegaban los meses de más calor. Por lo general el comercio con este producto era entre los meses de junio y septiembre.

Mientras tanto, los Concejos subastaban el abasto del hielo al mejor postor durante uno o varios años. Era el arrendatario el que se ocupaba de que hubiese el producto necesario para garantizar la demanda. Si venía de fuera eran en forma de panes a los que se daba forma con moldes que se aislaban y cargaban en caballerías o carros. Los tratantes o traxineros transportaban la nieve en recorridos de más de 40 kilómetros durante la noche para evitar las horas de más calor. Lo depositaban en tiendas ya existente en la ciudad, allí los clientes lo compraban al detalle pesando en balanzas de hierro agujereadas para que el agua se escurriese. Había obligación de vender el hielo a los enfermos a cualquier hora del día o de la noche durante todo el periodo de venta, acudiendo estos con un justificante del médico y el hielo se empleaba para bajar la fiebre u otro tipo de cuestiones médicas. El resto de la población lo adquiría para hacer refrescos o conservar la comida.

ALCAÑIZ En el subsuelo de Alcañiz figura este nevero subterráneo de 20 metros de longitud.

El arrendador se exponía a fuertes multas si se producía la ausencia de nieve para vender.Este tipo de comercio tuvo su auge durante los siglos XVII, XVIII y XIX y finalizo con la llegada de las máquinas que producían hilo artificial.

Las neveras fueron olvidadas y convertidas en basureros y muladares. El descubrimiento del de Fraga ha sido excepcional por varios motivos: por su tamaño, podía contener 500 toneladas de hielo, porque según el arqueólogo que lo ha excavado la cúpula se derrumbó y se fue colmatando por lo que se ha excavado el relleno original, porque a pesar de estar excepcionalmente documentados los dos pozos del Concejo no conseguíamos hallar su localización exacta.

En este momento sabemos que en 1616 se acaba la construcción del pozo aparecido en el Segoñé, en 1666 el ayuntamiento fragatino desea construir otro y aduce que el primero se halla a trasmano y no cuenta con las balsas necesarias y en 1674 se encarga a tres maestros franceses su construcción en el secano y cerca del molino harinero de la villa.

A partir de aquí es tarea de todos recurar, mantener y poner en valor el rico patrimonio etnográfico que poseemos.

* Arqueóloga

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