"Si lo llego a saber, no me abono. La mitad de las veces que voy a coger una bicicleta no hay y casi me sale más rentable ir andando que en bicicleta". Así se lamentaba ayer José, un usuario del sistema público de bicis de alquiler, desde hace solo unas semanas que está "más que insatisfecho" con su funcionamiento. El caso de José no es el único. Alicia, una joven del Actur, también explicaba que ha llegado incluso a echar una carrera para conseguir una bicicleta en la puerta del Carmen. Y sus palabras son ratificadas por las de Pablo, otro abonado que ha llegado a ver cómo había más bizis que anclajes en la estación de la plaza Los Sitios. Las furgonetas que redistribuyen las bicicletas entre estaciones no son suficientes. Por ello, en la plaza San Pedro Nolasco también se viven situaciones de tensión entre los abonados. "Tengo que irme hasta la calle Asalto para poder dejar la bici. A las 8.00 de la mañana cuando entran todos los funcionarios al trabajo no hay ni un hueco", cuenta Eva, otra usuaria de La Almozara. Y así una larga lista de críticas.

Morir de éxito. Así podría describirse la situación que desde hace unas tres semanas muestra el servicio de alquiler público de bicicletas que presta la empresa Clear Channel. El mes pasado se abrió el plazo de nuevos abonados --ya se han superado los 25.000 carnets-- y se incrementó el número de vehículos de 400 a 700. El buen tiempo y la extensión de las estaciones ha elevado considerablemente el número de usos de cada bicicleta (de cuatro o cinco al día que se registraban este invierno a más de doce) y ha ocasionado el enfado de numerosos usuarios. La media de tiempo de uso en cada viaje es de unos 14 minutos, por lo que las bicis se usan como transporte público y no como ocio. Las protestas han llegado a la empresa y también al consistorio. Por ello, ayer se decidió limitar temporalmente la inscripción de nuevos abonados "para garantizar la gestión". No se volverá a abrir la lista hasta que se normalice la situación.