Solo unas cuantas horas después de que sucediera parece hasta como si no hubiera ocurrido. Pero la realidad es que pasó. La preciosa acción de Hélder Postiga en el minuto 68 del partido en Madrid, con un control orientado de alta escuela y un remate final con la precisión de un pistolero de área, debió ser el 2-1 pero nunca lo fue. Estrada Fernández anuló la acción. Esta vez Postiga no estaba ese pasito de más en la ilegalidad que lo han convertido en el futbolista que más veces incurre en fuera de juego de la Liga.

Puede que el gol, que siempre lo será aunque nunca lo fuera, no hubiera servido para nada y que, quizá, hubiese despertado al Real Madrid de su modorra y de su pereza sabatina. O puede que no. Lo cierto es que el control del juego en ese momento era del Real Zaragoza y, sobre todas las cosas, que fue gol y que el encuentro debió seguir su curso con 2-1. Hoy es lunes y esa acción, nunca se sabe si decisiva pero injusta en cualquier caso, ya estará perdida en el fondo del baúl de los recuerdos de la Liga 2012-2013. Es sorprendente la amnesia inmediata que provocan este tipo de jugadas cuando acontecen en el Bernabéu o en el Camp Nou, contra el Madrid o frente al Barça. Existe algo así como una rutinaria naturalidad a asumir que el orden de las cosas solo puede ser ese y ningún otro que no sea ese. Si algo sucede en esa dirección provoca indiferencia. Si ocurre lo mismo en la dirección contraria se abre un escándalo público.

Y gol legal fue. Así que no está de más recordarlo dos días después de que Estrada decidiera que no lo era. Como tampoco es improcedente, sino muy conveniente, que Manolo Jiménez lo mencionara con todas las letras a la conclusión del partido --"gol completamente legal", dijo-- y que Fernando Molinos se refiriera a "errores arbitrales que nos perjudicaron".

En este deporte de pillos, callar no sirve de nada. No es bueno vociferar pero tampoco bajar la cabeza con resignación. Que en el recuerdo colectivo permanezca que al Zaragoza le anularon un tanto legal en el Bernabéu y que otro partido, que también concluyó con derrota (Getafe), le expulsaron a un futbolista (Álvaro) de forma también absolutamente injusta.