El proyecto de construcción de dos macrogranjas porcinas en el municipio de Loporzano, cerca de Huesca, ha encontrado una fuerte oposición social en la zona. Los detractores de estas instalaciones ganaderas sostienen que los residuos generados por la actividad generarán graves problemas ambientales y perjudicarán a un territorio volcado en el turismo. Sobre todo, consideran que las naves para cerdos saturarán un espacio ya demasiado invadido por este tipo de industrias.

Sin embargo, en fechas recientes, el alcalde de la localidad, Jesús Escario Gracia, remitió una carta a todos los vecinos en la que, valiéndose de cifras, sostiene que las dos granjas no contribuirán a saturar el término. "En comparación con el resto de municipios de la provincia, la densidad de ocupación de granjas de estas características en nuestro territorio es sensiblemente inferior", subraya el regidor en el mensaje. Así, las tres naves existentes en Loporzano solo ocuparían el 0,01% de su extensión total, que es de 169 kilómetros cuadrados. Y las 1.927 explotaciones porcinas que salpican el resto de la provincia de Huesca, con una superficie de 15.626 kilómetros cuadrados, abarcan el 0,12% del total.

Con tres instalaciones de ganado porcino, mantiene, no puede considerarse que Loporzano padezca un problema de saturación. Además, manifiesta que la tramitación de los permisos de las granjas proyectadas se somete a todos los controles recogidos en las leyes. "En todo momento, ha prevalecido el respeto al derecho y a la legitimidad que asiste a los promotores de ambas solicitudes", argumenta el alcalde. En su opinión, una vez concluya el proceso administrativo para la concesión de las preceptivas licencias, desde el ayuntamiento hasta el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga), las granjas, si son aprobadas, reforzarán el crecimiento de la zona y constituirán nuevas fuentes de riqueza agroganadera.