La periodista barcelonesa Rosa María Calaf ha expresado hoy su sorpresa por haber sido distinguida con el premio "Comunicar con valores 2017", del que ha afirmado que "parece mentira" que se tenga que premiar lo que tienen que hacer los periodistas.

"El premio es una sorpresa enorme e ilusión, aunque siempre te preguntas si lo mereces o no", ha dicho antes de recibir el premio de manos del arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez en el Salón del Trono del Alma Mater Museum, que no pudo recoger el día de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas.

"Parece mentira que tengamos premiar el hacer lo que hay que hacer, pero como estamos en esta deriva tan tremenda, que te reconozcan que has hecho un pequeño esfuerzo por seguir poniendo a las personas en donde deben estar y tener en cuenta la dignidad de la gente, se agradece mucho", ha manifestado.

El acto ha estado encabezado por el presidente de honor del jurado y arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, que ha entregado como galardón la obra 'Obertura para un museo', una serigrafía numerada de la monja Isabel Guerra, conocida como la monja pintora.

El jurado del premio estuvo integrado además por Ricardo Pereda, presidente de la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom) Aragón; Juan Pablo Artero, profesor de la Universidad de Zaragoza; Ángel Herrero, director regional de Cope Aragón; y Encarna Samitier, subdirectora de Heraldo de Aragón.

En el jurado también han participado José Juan Verón, director del grado de Periodismo de la Universidad San Jorge; y José Antonio Calvo, delegado de Medios de la Archidiócesis de Zaragoza.

El jurado valoró en Calaf su ejemplar y dilatada trayectoria profesional, así como por su llamada constante a la ética en el desempeño del oficio, así como que encarna los tres principios que recogían las bases de este reconocimiento: el servicio a la dignidad de la persona y los derechos humanos; el compromiso ético, por encima de intereses políticos, económicos, ideológicos o de cualquier otra índole; y la defensa, bien explícita o mediante el testimonio, de los valores evangélicos.

Jiménez ha comentado que este premio, creado por el Arzobispado, es para "reconocer y estimular la comunicación" que debe ser un servicio "a la dignidad humana".

Sobre la premiada ha resaltado que se trata de una "auténtica comunicadora que no cede a ningún tipo de presión" y que entiende que "la verdad comunicada ayuda a crecer en dignidad a las personas".

Calaf ha recordado la importancia que tuvo su familia desde sus primeros años y cómo su salida al extranjero con 13 años, en la década de los 50 del siglo pasado, le sirvió para "empezar a aprender de lo diferente", a la vez que ha recordado que siempre hay que intentar "no defraudar ni bajar la guardia, y me seguiré esforzando".

Además ha resaltado que el papel de los periodistas es de ser "intermediarios y tenemos la obligación de explicar lo que pasa" y su objetivo es "buscar la verdad y perseguirla con honestidad para desentrañar lo complejo y desenmascarar lo oculto".

De sus cuatro décadas como informadora ha calificado como "un privilegio el poder adentrarme en lo que era ajeno y acercarme al otro" en un recorrido por "senderos de tragedia y miseria, pero también de solidaridad, bondad y entrega".

También se ha preguntado, tras la irrupción de las nuevas tecnologías, sobre la visión cortoplacista que se ha asentado y si en la actualidad "la prensa está donde está la noticia, o la noticia está donde está la prensa".

Finalmente ha terminado compartiendo su premio con todos los compañeros que siguen buscando la verdad.