Es el nuevo proyecto de Óscar Vicente, más conocido como Antílope, responsable también de los establecimientos El Poeta eléctrico y Viva la Vida. Hablamos de Mandanga de la buena, un singular establecimiento, en tres plantas, que combina bar, restaurante y coctelería. Obviamente con un largo horario, desde la hora del vermú hasta la madrugada.

Y como característica principal, la ausencia de cubiertos. Una suerte de pic-nic, pero en mesa, con el porrón como fuente de bebida, donde el pan se encuentra en una cesta ubicada sobre la cabeza de los comensales. No obstante, disponen también de carta, cubiertos, botellas y copas para el cliente más convencional o tímido.

Nada más entrar, en la planta calle se encuentra la vermutería, que trata de evocar los teleclubes de los años sesenta, con un surtido de tapas tradicionales: huevo-gamba en diferentes versiones, salmueras colgadas de su anzuelo, torreznos de Soria y croquetas de huevo frito y trufa blanca. Todas ellas al alcance de la mano.

AIRE SESENTERO / Un poco más abajo se encuentra el restaurante, también decorado por Antílope, como todo el local, con un aire sesentero. Guantes de nitrilo aguardan a los clientes en ver del habitual servicio de mesa, cuando Lorena Verón les recuerda que «somos raros, somos divertidos. Venimos a divertirnos y también a comer». Lo que se logra sin apenas esfuerzo.

La opción recomendada por la casa son los denominados Japy mil, una combinación de platillos, servidos en una caja, con ocho elaboraciones diferentes por persona, diseñadas para ser comidas con las manos. Por ejemplo: Patitas de calamar crocante, Pastelito Arzak con mayonesa de yuzu, Zamburiñas-coco-sriracha, Tartar de salmón en crujiente de pan de sal Bombón de civet de ciervo, mistela y ciruelas, Muslito de codorniz cremoso, Cogollico tierno con tzaziki, Costilla de cerdo lacada en teriyaki, Loly pop de foie y caramelo de higo o Mini-patata de las ferias. Platos bien elaborados, donde se juega con procedencias, técnicas y escuelas de cocina muy diferentes.

Disponen también de carta -y cubiertos, recuerde−, con platos como Cangrejos de piel blanda en témpura, una divertida curiosidad, con cangrejos pescados al mudar de piel; Risotto de pastina con jamón de Parma, muy logrado, y unas más convencionales Albóndigas de buey con salsa de foie. Entre los postres, Drácula ¡qué cabrón! o Helado de vainilla, granizado de frambuesa y gel de Coca-cola, amén de otros de corte japonés.

Ofertan de jueves a sábado al mediodía un menú por 16 euros, con un entrante, un hapy mil, postre, pan y bebida. Que asciende a 25 los domingos, con el japy mil, un plato de carta y sangría en porrón.

La oferta se completa con la coctelería, denominada Salou, y cuyo suelo está cubierto de arena. Una especie de chiringuito para prolongar la comida o cena, también muy retro, desde el que se adivinan los pasadizo subterráneos del caserón, reconvertidos en las bodegas de la casa, que se remontan al siglo XII. Una opción simpática y diferente de lo habitual en la ciudad. H

Mandanga de la buena

Contamina, 7. Zaragoza. 876 718 791. elpoetaelectricobar@gmail.com. Abierto viernes y sábados de 13 a 4; jueves y domingos de 13 a 2. Horario de comidas y cenas: de 13 a 15.30 y de 21 a 23.30 horas. Cierra lunes, martes y miércoles. Admiten tarjetas y reservas. Menú del día: Jueves, viernes y sábados al mediodía: 16 euros, bebida incluida; domingo todo el día: 25 euros, bebida incluida. Precio medio a la carta: 30 euros.