La última procesión de la Semana Santa zaragozana, la del Encuentro Glorioso entre Cristo y la Virgen, se celebró ayer con su punto culminante en la plaza del Pilar, a mediodía, antes de partir en procesión hasta el colegio San Agustín, con cientos de zaragozanos como testigos.

La Real Hermandad de Cristo Resucitado y Santa María de la Esperanza y del Consuelo compartió así el éxito del resto de cofradías en lo meteorológico, y los pasos del Cristo Resucitado y de Nuestra Señora de la Esperanza pudieron ser admirados por todos los asistentes.

No tuvieron tanta suerte en Huesca, donde la procesión de Cristo Resucitado sí tuvo que ser suspendida por la lluvia que caía sobre la capital. Los cofrades tuvieron que mantener a buen recaudo las tallas de Cristo --de finales del siglo XVIII-- y de la Virgen de la Esperanza, del siglo XIX, y no pudieron encadenar tres años de procesión sin incidentes. Aún así, conmemoraron el fin de la Semana Santa con una eucaristía para todos los asistentes.