Las vacaciones del parador de Monte Perdido empezaron ayer, pero no se sabe cuándo terminará. Con ese temor se despidieron ayer de su empresa los 26 trabajadores de la instalación turística del valle de Pineta, cerca de Bielsa. La instalación, como la mayoría del resto de paradores españoles, vive bajo la amenaza de un expediente de regulación de empleo (ERE) que condiciona su futuro.

"Nos han dicho que tenemos vacaciones hasta nueva orden", explicó ayer Rosi Hermosilla, representante de la plantilla. "Normalmente, todos los años, por estas fechas, el parador se cierra un mes por vacaciones, pero este año a lo mejor se alargan hasta el 13 de marzo y se vuelven a repetir en diciembre, pues el ERE contempla tres meses de cierre en cada ejercicio", señaló.

"No sabemos cuándo volveremos y la situación de muchos trabajadores es angustiosa, pues se dan casos en que trabajan aquí el marido y la mujer y no tienen más ingreso que este", añadió Rosi Hermosilla.

El parador constituye una pieza esencial de la oferta turística de territorio comprendido entre Aínsa y el túnel de Bielsa, de donde proceden todos sus empleados.

En la mañana de ayer, los últimos huéspedes dejaron las habitaciones (hay 39 en total) y se marcharon, pues ya no se sirvieron comidas. "Si permaneciera abierto, tendría ocupación, siempre hay movimiento en esta zona del Pirineo, al lado del parque de Ordesa", comentó la representante de la plantilla. Hermosilla se ha dirigido al comité de empresa que negocia en Madrid con Paradores, pero tampoco la han sacado de dudas.