Exhumar los millares de restos mortales de las víctimas de la guerra civil, que permanecen desde hace ocho décadas en las 2.457 fosas comunes registradas por el Ministerio de Justicia, se ha convertido en un reclamo político de primer nivel al que, sin embargo, no acompaña la financiación.

El pasado 18 de julio, la DGA aprobó la Ley de Memoria Democrática, que se debatirá en los próximos meses en el Parlamento autonómico y que prevé la renovación de los protocolos de exhumación en una comunidad que, de acuerdo con los datos ministeriales, presenta el mayor número de enterramientos colectivos -598- de España.

A pesar de que en Aragón el dinero ha comenzado a fluir hacia las asociaciones sin ánimo de lucro que velan por el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica de l 2007 (se prevén 275.000 euros en concepto de ayudas en los actuales presupuestos) los expertos perciben cierto desamparo en las familias, que son la que asumen finalmente el coste de la exhumación. «La administración se centra mucho en recibir la autorización de las familias de los muertos, cuando la acción y el dinero debería venir por parte del Gobierno y no por parte de los familiares», matiza a Efe el arqueólogo David Alonso, que en los últimos años se ha ocupado de las excavaciones de Argente y Camañas, ambas en Teruel

Según el historiador, los familiares asumieron el esfuerzo económico de los trabajos, así como del propio funeral. «Queda muy bien legislar y podemos hacer leyes muy bonitas, pero si luego la Administración no contrata equipos, no hacemos absolutamente nada. Tendría que ser ella quien sufragase estos asuntos, que no son de ámbito privado, sino de justicia social», defiende.

Ante la ausencia de flujo de capital, la única opción es trabajar a través de asociaciones que reciban financiación pública. «Y si aparecen huesos humanos, excavar como es debido·», dice Alonso. «Me da igual si quien fusiló a una persona fue un republicano o un golpista. Lo que me importa es sacarla de la cuneta y enterrarla en un cementerio, conozcamos o no a su familia», concluye.