"Yo no he matado a nadie. Pero, sinceramente, se lo digo de corazón, prefiero que me acusen de dar muerte a un tirano que de ampararlo políticamente, de connivirlo judicialmente, de silenciarlo mediáticamente y de resignarme como ciudadano", afirmó ayer Santiago Mainar en su alegato final antes de que el juicio por el crimen de Fago quedara visto para sentencia.

"Si durante tantos años ningún juez ha visto prevaricación en Fago, es por cobardía", indicó el acusado, que calificó a la víctima del asesinato, el alcalde Miguel Grima, de "oportunista" que gozaba de "impunidad" por "la falta de controles del Estado". Él se presentó como alguien que conoce "perfectamente el precio que tiene enfrentarse tantos años a la verdad oficial, a lo políticamente correcto, defender tantos años los derechos del pez chico".

"Yo nunca he huído de la justicia --continuó--. He seguido reclamándola muchos años. Pero los años en los que tanta gente buena fue al juzgado en demanda de auxilio fueron interpretados por la clase política de los partidos mayoritarios como una ofensa al honor del colectivo".

El acusado, para quien el caso Fago no es un episodio de España negra sino de "política española negra", sostuvo que "mi deber era y es enfrentarme, con valor cívico, a esa España oficial, corporativa, autoritaria, caciquil e impune, que quiere hacer de la España de antes la España para siempre".

Mainar, que les dijo a los magistrados que el sistema "incluso les utiliza a ustedes para seguir igual" e insistió en que pactó con la Guardia Civil su confesión, cerró su discurso con estas palabras: "si en esta sala hubiere alguien tan abyecto y tan vil que quiera ser esclavo, yo le pido perdón, porque a él sí he ofendido".