Araceli Herrero, una de las mujeres pioneras del baloncesto aragonés, falleció ayer en Zaragoza a los 93 años. Había nacido el 29 de junio de 1924 y a lo largo de los doce años en los que se mantuvo en activo militó en tres equipos diferentes: la empresa Textil Aragonesa, en la que había entrado a trabajar y con la que se introdujo en el mundo del baloncesto, en la Sección Femenina del Centro Natación Helios y, por último, en el Ágreda Dutour, con el que llegó incluso a tener contrato. Después de doce temporadas abandonó el baloncesto. «Me iba a casar y monté mi propio taller de costura --relató a Sergio Ruiz y Jorge Albericio, promotores del Muscat Project, que indagó en la génesis del básquet aragonés--. Tenía tanto trabajo que no podía compatibilizarlo. La última vez fui a ver un partido de la Sección Femenina ante el Castellón. Alguien en el público me reconoció y empezó a corear mi nombre para que saliera a pista. Todo el público empezó a hacerlo y mi novio me cogió del brazo y me sacó del frontón. Yo salí llorando».

Hoy será enterrada a partir de las 11.00 horas en la capilla número uno del complejo de Torrero. Sus padres eran de la localidad turolense de Villarluengo. Eran labradores, emigraron a Zaragoza y se fueron a vivir al barrio de Torrero. Vivía cerca del campo de fútbol del Real Zaragoza. España atravesaba los años posteriores a la Guerra Civil. «Me iba a jugar a escondidas porque mis padres no me dejaban. El primer año oculté la ropa deportiva», recordaba a este diario en enero del 2016. «En los años 30 no había bases, aleros o pívots. Había dos defensas, el centro y los extremos», explicaba Araceli Herrero, que vivía en la calle Boggiero.