El debate es importante, pero fuera hace falta una organización homogeneizada y unida». Con estas palabras cerró su discurso ayer el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, en la apertura oficial del XII Congreso de la Unión Regional del sindicato en Aragón, que se celebra hasta este viernes en la Ciudad Escolar Pignatelli de Zaragoza. El cónclave se presenta decisivo por la reñida batalla abierta para suceder a Julián Buey como secretario general. La decisión se conocerá mañana y está en manos de 175 delegados que participan en representación de las siete federaciones. Dos son los candidatos: Manuel Pina, miembro de la actual ejecutiva como secretario de Acción Sindical, y Juan Urdániz, líder durante doce años de la federación de Sanidad.

La división es patente tras una larga etapa de cohesión interna bajo el liderazgo de Buey, que ha cumplido tres mandatos (más de 12 años) al frente de CCOO Aragón. A priori, Pina parte con algo de ventaja al tener de su lado a tres de las cuatro mayores federaciones de la organización (Servicios, Servicios Públicos y Construcción) y al sector crítico que encabeza Luis Clarimón, conocido también por ser candidato de Unidos Podemos al Senado. Urdániz, por su parte, cuenta con el respaldo del principal pilar del sindicato, la poderosa rama de Industria (la que más militantes suma), y de la de Sanidad, mientas que los apoyos de las de Educación y Pensionistas se encuentran más repartidos entre ambos candidatos.

A pesar de todo ello, el resultado de la votación es imprevisible y más teniendo en cuenta que el sufragio es secreto y que algunos delegados todavía siguen indecisos. Para la elección de los 14 miembros que formarán la nueva ejecutiva, hay tres listas, ya que a las de Pina y Urdániz se suma la de la corriente crítica. Las equipos de las tres candidaturas trataban ayer de negociar un acuerdo para consensuar la composición de la cúpula sindical y evitar así profundizar en la división.

Continuidad o cambio / En cualquier caso, esta pugna por el poder es muy distinta a las luchas intestinas que el sindicato vivió en las décadas de los 80 y 90 debido, principalmente, a la influencia que ejercía el PCE. Así lo señalaron fuentes de las tres corrientes definidas, que coincidieron en afirmar que las diferencias entre Pina y Urdániz no radican en lo ideológico, como sí ocurría en el pasado, sino que discrepan más en la forma de ejercer el sindicalista y el modelo organizativo.

El candidato oficialista apuesta por una renovación tranquila que preserve lo mejor de la etapa de Buey, en la que CCOO ha pasado a ser la primera fuerza sindical de Aragón. El aspirante alternativo aboga por un cambio más drástico, con un sindicalismo menos institucional y más pegado a la calle y los centros de trabajo.

Sobre su relevo, Buey reconoció que le hubiera gustado que fuera «tranquilo y «pactado», pero «no ha habido manera de ponernos de acuerdo». «Lo que decida el congreso, santo y bueno», concluyó.