Nick Reilly es un veterano de General Motors a sus 59 años. Conoce el negocio mejor que cualquiera de sus jefes de Detroit y su estilo inglés nada tiene que ver con su antecesor, el frío londinense Carl-Peter Forster. A lo mejor porque el nuevo responsable de GM para Europa es un galés educado en Cambridge, que tiene modales y no duda incluso en comentar sus sentimientos, como lo mal que lo está pasando ahora a nivel personal porque a una de sus hijas, funcionaria de la Oficina de Relaciones Exteriores británica, le han enviado a Afganistán. Es un ingeniero afable y su reputación como un hábil negociador le ha convertido en el salvador potencial de las operaciones de GM en Europa.

En su visita a España se ha visto lo alejado que está de la frialdad alemana. Llegó a Figueruelas, se entrevistó con los sindicatos y convocó una mesa redonda con los periodistas, algo nada habitual en la línea de trabajo de la multinacional hasta ahora. Respondió a todas las preguntas, cómodas e incómodas, y aún se sometió a una nueva declaración ante la prensa tras visitar al presidente del Gobierno aragonés.

Transmite buenas vibraciones este ejecutivo que no ha dudado en ponerse al servicio de la empresa y de sus trabajadores y ha decidido empezar a escribir sus nuevas experiencias en un blog para que los lectores también puedan compartir sus opiniones. En su primer post en Driving Conversations, el nombre del blog, escrito desde su hotel de Madrid, Reilly dice que es consciente del calvario por el que están pasando los empleados de Opel. Inaudito. Es un nuevo estilo el de este fanático del rugby y amigo del senderismo. Que siga así.