Este tipo de violencia ocurre en algunos países debido a las tradiciones. Influye notablemente la formación intelectual de las familias. Se tienen bastantes hijos y si son niñas lo toman como una maldición, pues están expuestas a abusos y embarazos fuera del matrimonio y eso está mal visto, trae la vergüenza al núcleo familiar y la mala reputación.

Para evitarlo, los padres acuerdan los matrimonios cuando todavía son muy jóvenes. Las niñas no se atreven a negarse, aunque no les guste, piensan que así debe de ser para salvaguardar el honor de la familia y porque no se les permite tener voz; las amenazan si se niegan. También los padres piensan que es una boca menos que alimentar. La ley no marca una edad mínima para poder casarse y los padres tienen total autoridad sobre sus hijas.

Casi todas ellas tienden a ser violadas por sus maridos, generalmente mucho más mayores que ellas. Algunas mueren por hemorragias en el parto, otras padecen graves infecciones porque algunos maridos tienen varias mujeres, no van al médico ni usan medios de protección. Estas niñas no se atreven a pedir el divorcio, generalmente por desconocimiento de las leyes.

Afortunadamente, hoy en día existen iniciativas como el Convenio de Estambul, presentado por el Consejo de Europa, para criminalizar, entre otros, delitos como los matrimonios forzados.

Iniciativas como el I Congreso sobre la violencia contra las mujeres en Zaragoza organizado por el Instituto Aragonés de la Mujer (IAM) el pasado noviembre, sirven para intercambiar conocimientos y experiencias donde podamos contar los avances y ¿por qué no su erradicación?

Se podría intentar erradicar este delito: formando a los profesionales sobre todo en el ámbito educativo como se está haciendo con el tema de la mutilación genital femenino; incluyendo material didáctico sobre cuestiones de igualdad en todos los niveles educativos; estando en contacto con las chicas, ganando la confianza de ellas para que tengan libertad de expresión, ya que el matrimonio forzado suele ser religioso con lo cual es difícil enterarse; son acuerdos entre padres, no suele haber festejos; sensibilizando y educando a niñas y niños, las mujeres y sobre todo implicando a los hombres; y asegurando el apoyo y seguimiento de las víctimas que acuden a la casa de acogida ya que una vez que salen de sus casas ya no pueden volver porque están consideradas como chicas de calle, repudiadas por sus padres y comunidad.

Asegurando la ejecución de esos puntos, se pueden provocar unos cambios sociales y culturales que se quieren lograr.