El título de esta novela --Los últimos días de Adelaida García Morales-- presupone que el lector sabe que Adelaida García Morales fue una escritora que tuvo su momento de gloria y luego empezó a desvanecerse muy lentamente hasta hacerlo del todo, olvidada, deprimida y pobre, hace ahora dos años justos, en septiembre del 2014.

Si lo sabe, descubrirá que el libro no pretende ofrecer una crónica de los terribles últimos días de la escritora. Y si no lo sabe, aprenderá que fue la autora de El sur, el relato en que se basó la película homónima dirigida por Víctor Erice, que por aquel entonces era su pareja estable.

Eso explica que la novelita se publicara en 1985, después del estreno del filme, casi a la vez que García Morales ganaba el premio Herralde de novela con El silencio de las sirenas. Ese fue el momento de gloria. Y, aunque no dejó de escribir y publicar en los años 90, su nombre había entrado ya en la zona de descarte.

Pero Elvira Navarro no ha querido narrar la paulatina extinción de una escritora que gozó de una fama temporal. El foco de su relato no apunta sobre García Morales porque, con acierto, Navarro sabe que esa escritora borrosa es lo que no puede ser explicado, el enigma doloroso de un silencio que progresó imparable y acabó ocupándolo todo.

Como punto de partida, a Navarro le basta la anécdota tristísima -y real, según los dos co rreos electrónicos del apéndice- de que, un mes antes de morir, la novelista acudió a una oficina pública a pedir 50 euros para ir a visitar a su hijo.

TRANSFORMACIÓN EN SOMBRA / En la ficción, la concejala que no atendió su petición se convierte en la conciencia turbia de toda la sociedad, mientras que la realizadora que decide rodar un documental sobre la autora fallecida está más interesada en el resultado cinematográfico de su trabajo que conmovida por la historia que cuentan los testigos que participan.

A través de estos testigos (dos mujeres y un psiquiatra) y de la concejala se introducen los datos sobre la personalidad y carrera de García Morales, sobre su estado depresivo y sobre su blanda transformación en sombra.

Elvira Navarro ha respetado con delicadeza el núcleo doloroso de este caso y quizá por eso mismo, la figura de Adelaida García Morales aparece como un fantasma inaprehensible. Aun así, el epílogo meramente informativo añade páginas al libro, pero nada a la novela, lo cual podría haberse evitado sin que hubiera sucedido nada. H