Sebastián Lelio lleva meses dando mucho de qué hablar gracias a su nueva película, Una mujer fantástica, retrato de una mujer transgénero que sufre el rechazo social tras la muerte de su amante.

-‘Una mujer fantástica’ parece rehuir la etiqueta de cine político.

-No quería hacer una película de tesis. Quería que fuera una historia de amor, una crónica de humillación, un estudio psicológico, un musical... De la misma manera que describimos a su protagonista como una mujer transgénero, la película puede definirse como cine transgénero.

-Es destacable cómo se aleja de la estética realista y cruda típica del cine que habla del transgénero.

-Sí, para mí era importante tomar a un tipo de mujer que la sociedad rechaza y retratarla como si fuera la diva de un musical. Me parece lamentable que se hable de transgénero con cámara al hombro, poca luz y atmósfera sórdida. Creo que la estética de la película es política.

-Daniela Vega, la protagonista, no tenía experiencia previa como actriz. ¿Por qué la escogió a ella?

-Inicialmente debía asesorarme, pero gracias a ella entendí que no debía tratar de hacer la película con una intérprete que no fuera transgénero. Habría sido una aberración ética y estética como la que se cometía en los inicios del cine, cuando los personajes negros eran interpretados por actores blancos con la cara pintada.

-¿Por qué cree que la problemática transgénero ha cobrado tanto protagonismo en todo el mundo?

-Porque es una metáfora de nuestro mundo. Estamos en una encrucijada evolutiva. O nos cerramos con muros y fronteras y nos autodestruimos o nos arriesgamos a convivir y aceptar al otro. Igual así sobrevivimos.