Hace más de treinta años, Aldo Tonón abrió las puertas de su negocio, y trasladó al local 45 de la calle Unceta en el barrio zaragozano de las Delicias un pedazo de su Pieve D'Alpago natal, un pueblo en la región italiana del Véneto. Su tradición heladera ya le llevó a trabajar en los Italianos del paseo Independencia. Desde 1992, Helados Italianos Aldo tiene otra tienda en la calle Don Jaime I, 9. Desde ahí hace las delicias de paladares preservando las técnicas tradicionales de elaboración.

Cada mañana, las máquinas heladeras se ponen en marcha para conseguir todo tipo de sabores. El hijo del fundador, Antonio Tonón, lo tiene claro. Los sabores que triunfan "son los tradicionales". Limón, fresa y menta para los más pequeños, helado de crema tostada para los mayores. La receta a base de nata, leche y azúcar es siempre la misma, pero los gustos a veces cambian, y hay que adaptarse. Desde sabores de siempre a los que se les cambia la etiqueta de "caramelo" por su versión anglófona de "toffee", debido en parte a la llegada del turismo, a sabores adaptados al gusto de los extranjeros, como el dulce de leche o frutas tropicales.

La heladería no es ajena a las peticiones y sugerencias más extravagantes, como una ocasión en la que un hotel les pidió improvisar un helado de apio. El postre lo lograron, "no así la aceptación del público", confiesa divertido el heladero. Sus últimas creaciones son el helado de regaliz y el de higo con nueces. Para conservarlos en condiciones óptimas deben permanecer a -20 grados. Son en total veintiséis los sabores que se ofrecen, además de sorbetes, granizados y horchata.

Granizado de piña colada

Como en la moda, estos profesionales siguen las tendencias y novedades que marcan ferias y encuentros en torno al helado. Cada primavera introducen algún nuevo sabor, sustituyendo al del año anterior. Este verano se puede disfrutar de un granizado de piña colada o té verde, como una de las novedades de esta temporada.

De marzo a noviembre se puede disfrutar de la oferta de Helados Aldo. Según Antonio Tonón no estamos "acostumbrados a tomar helado en invierno", a diferencia de otros países donde es un postre para todos los días del año. Y al contrario de lo que se piensa, la mejor época para las ventas es la primavera, porque con los calores estivales los zaragozanos salen menos a la calle. Debido a la procedencia de esta familia italiana, es habitual que asistan a ferias tan imprescindibles como la de Longarone, la capital del "dulce frío".

Preservar las técnicas de siempre es la máxima por la que se guía el negocio: "Intentamos vender artesanía". Y por evidente que parezca que el sabor que se consigue es único, Antonio Tonón lamenta que se trate de un oficio en extinción. Según este heladero, en Zaragoza podrían quedar tan solo cinco negocios como este. Para ellos es difícil competir con la heladería industrial elaborada a base de polvos. Estos dulces contienen más aire que les resta sabor, además de colorantes y otros aditivos. El futuro que vaticina Tonón no es alentador: "Seguramente seremos la última generación". Por el momento, este artesano heladero sigue disfrutando de su oficio y, sobre de todo, del helado porque, como confiesa él mismo, lo toma todos los días, y asegura mantenerse fiel al de stracciatella, al yogur con amarena y al de trufa.