No es broma: hace unos días el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos colgaba en su blog Apocalipsis zombi, una guía para sobrevivir a un hipotético ataque de muertos vivientes. Según la entrada, los consejos sirven igual para terremotos, pandemias o accidentes nucleares; un síntoma de que quizá lo que plantean estas historias de terror va más allá del efecto gore y, con los miedos implícitos al hundimiento de la sociedad y la pérdida de la identidad, plantea nuevas reflexiones ligadas al mundo real. La oferta editorial en España, con creciente producción nacional, no es ajena al cíclico resurgir en épocas de crisis del virus zombi, que viene propagándose desde el 2008.

Basándose en referentes como George A. Romero, Jorge Fernández Gonzalo reflexiona en Filosofía zombi, obra finalista del Premio Anagrama de Ensayo, sobre su relación con la sociedad y el hombre posmoderno. Según explica este doctor en Filología Hispánica, "el zombi es una metáfora desde la que entender el entorno mediatizado que nos rodea. El mito ha cambiado, ya no remite a un autómata descerebrado viendo la tele en casa sino a una horda capaz de contagiar a otros sus ideas a través de internet y, como se ve ahora en las concentraciones de indignados, movilizarlos".

PLAGA CAPITALISTA "El capitalismo que vivimos se parece a una plaga zombi íañadeí, llega a todos lados, funciona por contagio y nos lleva a endeudarnos como zombis. Además, el zombi es crítico con la sociedad de consumo y sus servidumbres, como las manadas en las rebajas".

José López Jara, director editorial de Minotauro y Timun Mas, sellos abonados a lo zombi, opina que "el lector cabreado por la crisis y la sensación de inseguridad y hastío necesita y busca estos libros para huir y poder pensar. Que las historias incidan más en el punto de vista de la víctima, que enseñan que puedes sobrevivir si quieres luchar, está atrapando a un público nuevo".

Precisamente este protagonismo de los supervivientes, común a muchas novedades, es la base del fenómeno The walking dead, la versión televisiva del cómic superventas, Los muertos vivientes, de Robert Kirkman, cuyas novelas llegarán en octubre a España.

Aquí, la pequeña editorial mallorquina Dolmen, que con su prolífica línea Z se avanzó a la moda, ejerce de cantera. De ella surgieron por ejemplo Manel Loureiro y Carlos Sisí. Aunque, a consecuencia del virus del éxito, luego el primero fichó por Plaza&Janés, donde acaba de publicar la última entrega de Apocalipsis Z, con la que abrió el camino a otros escritores españoles, y el segundo, autor de Los caminantes, lo ha hecho por Minotauro.

Los autores zombis comparten otro síntoma: las óperas primas de muchos han nacido en internet, donde su fama se transmite de boca en boca llamando la atención de los avistadores de las editoriales, que les facilitan el salto al papel. Es el caso de J.L. Bourne, un marine de EEUU que se entretenía escribiendo Diario de una invasión zombie en su blog, igual que Davig Wellington o David Moody. Y también de Sisí o Loureiro, que se evadía de su árida profesión de abogado en su blog: un millón y medio de seguidores de Apocalipsis Z.