En la escenificación de la reconquista no han faltado los cañonazos. Esto es la Barceloneta. Han llegado por mar y con un mensaje claro: 'Por la abolición de los pisos turísticos'. Mensaje que el vecindario consensuó en el 2014, en la primera gran movilización contra la masificación turística, de la que estos días se cumple el tercer aniversario, sin que nadie -al menos entre los manifestantes- perciba mejora alguna. Más bien todo lo contario. Siguen, como entonces, en contra de todos los pisos turísticos: los legales y los ilegales. De estos segundos, los vecinos calculan que, pese a las medidas tomadas, aún quedan unos 600. “Pedimos al ayuntamiento que agilice el protocolo para precintar los pisos denunciados. Se han tomado medidas, pero es evidente que son insuficientes”, señala Esther Jorquera, una de las portavoces de ‘La Barceloneta diu prou’, plataforma convocante de la simbólica y colorida acción de este sábado en la playa.

Haciendo algo tan cotidiano como ‘ocupar’ la playa, el vecindario cabreado, luciendo sus ya clásicas camisetas amarillas, ha querido expresar nuevamente su malestar con el malvivir que les provoca que su barriada se haya convertido en una suerte de 'resort' en el que ellos son la exótica especie local. Tras el desembarco de la pancarta custodiada por la versión ligera del cañón, los vecinos concentrados han hecho una cadena humana en la orilla, mojándose por lo que más les importa, su barrio, al cántico de “nos han quitado el puerto, nos han quitado la playa y ahora quieren, quedarse nuestras casas”, otro clásico de los últimos años que resume su relato.

"This is not a beach resort"

Dos turistas duermen sobre la arena al inicio de la concentración / JORDI COTRINA

Una de las pancartas clavadas en la arena desde primera hora, antes de la llegada del grueso de manifestantes, reza “we don’t want tourist in our buildings; this is not a beach resort” (no queremos turistas en nuestros edificios, esto no es un 'resort' playero). Frente a ella, poco antes de las 10 de la mañana, hora de la convocatoria, duermen dos turistas, ajenos -su sueño parece ser muy profundo-, a la movilización que les rodea. Las noches en la Barceloneta suelen ser largas. “Son largas para ellos, y, sin buscarlo, para nosotros”, apunta Marisa, una de las participantes en la protesta, quien, como todos, opina que la situación va a peor. “En mi bloque hay un piso turístico nuevo. De este verano. Con eso te lo digo todo”, zanja la mujer antes de meter los pies en el agua y coger de las manos a dos de sus vecinos para sumarse a la cadena.

“Hablan de los millones que dejan los visitantes y quizá tengan razón, pero ese dinero, ¿en manos de quién queda? Aquí somos vemos la precariedad laboral de los trabajadores del sector. Contratos basura en los que pagan miseria”, añade al discurso Jorquera. “Nos duele, claro que nos duelen las imágenes de la degradación del barrio, y de los turistas borrachos haciendo sus necesidades, todas, detrás de cualquier contenedor, pero nos duele más que echen a los abuelos de sus casas. El principal problema del barrio es la especulación inmobiliaria y los desahucios”, insiste la joven líder vecinal, nacida en el barrio, quien asegura que el 80% de sus amistades de la infancia han tenido que dejar el barrio.

El temido burofax

Paz Fernández, nacida en la Barceloneta hace 68 años, vive en el mismo edificio desde el año 1990. En la biblioteca. “Me lo iban renovando cada cinco años automáticamente hasta ahora. He recibido un burofax, advirtiéndome de que se me acaba el contrato y si quiero seguir en el piso les vaya a ver para negociar las nuevas condiciones”, explica la mujer sobre la arena, luciendo su camiseta amarilla. Si no tenía bastante con los turistas bebidos para despertarla a media noche, este verano le han dado algo en que pensar en esas noches en vela. “Ahora están de vacaciones, además. Hasta septiembre no me pueden atender para ver de qué nuevas condiciones están hablando”, prosigue angustiada Fernández, quien actualmente paga un alquiler de 450 euros, “casi 500 los meses que me pasan el IBI”.

Pancarta clavada en la arena, este sábado /JORDI COTRINA

Han acudido a apoyar acción activistas (pocos, en el sábado más sábado del año) de otros lugares de Barcelona en apoyo a un barrio que Jordi Giró, presidente de la asociación de vecinos de la Vila Olímpica y vocal de educación, inmigración, vivienda y acoso inmobiliario de la FAVB, ha definido como “la punta de lanza de la lucha de los barrios de la ciudad por otro modelo turístico”.

La acción se enmarca en la campaña #CapMésEstiuComAquest de la Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible (ABTS). Por eso mismo han bajado hasta la playa también Pere, de la Assemblea del Raval, y Ernest, de la Salut, en Gràcia, donde también sufren lo suyo con el parque Güell.