Solo hay que echar un vistazo a la historia. Nada puede con los zaragozanos cuando se unen. Ni los franceses en un primer sitio, ni los que se han querido llevar el agua a lo largo de la historia, ni dirigentes dudosos que hacen que el Real Zaragoza flirtee a menudo con la segunda división, y, ni mucho menos, la lluvia (el año pasado) o el viento que no podía faltar en la primera noche de las Fiestas del Pilar. Y ahora "tampoco lo hará esta depresión económica".

Si, desde luego, el cumplimiento del deseo es proporcional a la vehemencia con el que lo defendió anoche Plácido Díez, director de Contenidos de Radio Zaragoza y pregonero de este año, nada podrá con los aragoneses. "Si algo confirma nuestra historia es que cuando nos ponemos en marcha, no hay quien nos detenga (...) bien sea para frenar un trasvase, para defender la libertad o la autonomía", atronó ayer Díez, mientras la plaza del Pilar se rendía ante el pregón más reivindicativo y con más esperanza de los últimos años. Y con más voz (y no solo por la megafonía que, este año sí, funcionó a la perfección).

Las mejores fiestas

Pero no solo para eso sirve la unidad de los aragoneses, recordó Díez, en un discurso que fue de la realidad de ciudad al tono alegre y desenfadado, sino también para "organizar las mejores fiestas populares de España". Momento en el cual, los decibelios de la plaza subieron casi al mismo nivel que la voz del pregonero que, antes ya se había ganado al público con una mención a las peñas y sus peñistas (que un año más le dieron colorido a una plaza que este año estaba algo menos llena que en otras ocasiones), a los barrios que contribuyen a hacer a la "ciudad que contiene cinco letras de Aragón" más grande y mejor, a las asociaciones de vecinos y hasta las oenegés como muestra de que Zaragoza "es la capital de la solidaridad".

El discurso tampoco se olvidó del gran ausente de los pilares desde hace algo más de un año, José Antonio Labordeta, que "personalizaba las virtudes de sentimiento de comunidad y relaciones humanas de calidad" que caracterizan a Zaragoza, aseguró Díez. No fue el único recuerdo al abuelo ya que antes del pregón, Pepín Banzo (con la gaita) y el tenor Jesús Quílez entonaron una versión del Canto a la libertad entre una entonación y aplausos emocionados del nuevo Foro Romano.

Una ciudad que celebró la entrada de las Fiestas del Pilar al ritmo de Seguridad Social y su Salta, mientras el alcalde Belloch y el propio Plácido Díez lo hacían desde el propio balcón del ayuntamiento. "¡Viva Zaragoza!, ¡Viva Aragón! ¡Vivan las Fiestas del Pilar!". Gritos de una "ciudad que no se rinde" y que ya se encuentra inmersa en la vorágine festiva que inició el tradicional cohete.