El pasado 22 de mayo los alhameños celebraron la festividad de Santa Quiteria. Los actos lúdicos comenzaron la noche anterior, con el tradicional reparto de moscatel y magdalenas en la plaza de Joaquín Costa a cargo de los ´varantes´, matrimonios que, por sorteo o a petición propia, se encargan de la preparación de la fiesta, todo ello amenizado por la charanga valenciana Dólar. Después, la orquesta Universo actuó en el pabellón hasta bien entrada la madrugada.

Al día siguiente se celebró la romería a la ermita de la Santa, ubicada en el término del vecino municipio de Bubierca. Esta romería se viene celebrando, según los archivos parroquiales, desde 1585. Antiguamente se celebraba de forma conjunta en ambos municipios, Alhama y Bubierca. Sin embargo, en un momento dado y sin que estén muy claras las causas, la celebración se separó. Alhama conservó el derecho de celebrar la festividad en su día correspondiente, esto es el 22 de mayo, mientras Bubierca la celebra el fin de semana siguiente. Se dice que a cambio Alhama de Aragón cedió parte de su término municipal en beneficio de Bubierca, precisamente en la zona donde se ubica desde tiempo inmemorial la ermita de la Santa.

Tras la ceremonia religiosa, la charanga amenizó el baile en la explanada junto a la ermita y después hubo comida campestre en el paraje de Valdelloso. Los varantes invitan a sus familiares y amigos, cada vara por separado, y el que no ha tenido la fortuna de ser agasajado con dicho convite organiza una comida particular. En ambos casos la comida suele incluir aperitivos diversos, tortillas de patata, paella, chuletas, chorizo, longaniza, morcilla...y abundante bebida. Después, baile en la chopera de Valdelloso y regreso al pueblo para descansar o para cenar las sobras de la comida y seguir la juerga. Por la noche, los varantes entrantes, matrimonios que harán la fiesta el año próximo, toman el mando y bailan por las calles de la localidad al ritmo de la charanga.

Al día siguiente, por la mañana, se repartió pan bendecido en la plaza y se procede al sorteo de varas, para celebrar la fiesta a dos años vista. Y por la tarde se termina de repartir el pan y esta vez se acompaña de cacahuetes y vino, y siempre con la inseparable charanga que no cesa en sus ritmos festivos.

Durante los dos días que dura la fiesta, los varantes entrantes y salientes comparten mesa en las correspondientes comidas y cenas que se celebran en los restaurantes del municipio, confraternizando y forjando una unión que dura toda la vida.