José Ignacio Wert se ha ido del Gobierno con el triste honor de ser el político con peor valoración de la democracia. En estos tres años y medio como ministro de Educación, Cultura y Deporte , Wert ha personificado los aspectos más reaccionarios del Ejecutivo de Mariano Rajoy. Los recortes en educación, la aprobación de la denostada LOMCE y la agresiva gestión de la Universidad (aumento de tasas, el 3+2, congelación de plazas...) merecieron una repulsa general que tuvo su momento culminante en la huelga, inédita, de todos los niveles educativos en el 2012 y en el plantón de los rectores españoles. Su medida estrella, la LOMCE, pretendía la homogeneización centralista de la enseñanza, la segregación del alumnado, la introducción de criterios ideológicos conservadores y la disminución del poder de los consejos escolares. Hoy, a punto de aplicarse en la Secundaria y el Bachillerato, su futuro está en entredicho. En su triste currículum no debemos olvidar el aumento del IVA cultural al 21%, el ensalzamiento de los toros como patrimonio nacional y el total desprecio a la búsqueda de consenso. Aciago legado.