Nació en Zaragoza en 1890 dentro de una familia muy humilde. En 1899, a los nueve años fue llevado al Hospicio Provincial a instancias de su abuela paterna, ya que su padre Felipe estaba preso en Zaragoza por los sucesos ocurridos en el mismo año relacionados con la reforma del ministro de Hacienda Fernández Villaverde, para que el Estado asumiera las deudas coloniales, la no amortización de la deuda pública y establecimiento del impuesto de utilidades. Hubo oposición de la burguesía y revueltas populares. Los manifestantes asaltaron el Casino Principal, penetraron en la Cámara de Comercio, apedrearon el Gobierno Civil y quemaron las puertas del colegio de los jesuitas. Algunas autoridades fueron golpeadas. Se declaró la Ley Marcial y se emplearon a fondo las Fuerzas de Orden Público. Hubo detenidos, entre ellos el padre de Bernardo.

El padre en la cárcel y su madre, Tomasa, fallecida en el Hospital Provincial de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, dos años antes, a los 38 años de una tuberculosis pulmonar. En el Hospicio Provincial estuvo hasta 1905, donde aprendió el oficio de impresor. No tuvo una niñez muy feliz. Sin madre, un padre en la cárcel y que al salir de ella se desentiende de él; con una abuela octogenaria. Según Arsenio Jimeno, la vida le había maltratado cruelmente y endureció su carácter. Hombre de genio y de temperamento. Muy trabajador y de gran empuje. Dormía poco y trabajaba mucho. Con gran vocación para luchar contra todo tipo de injusticias. Firme en sus convicciones socialistas. Desempeñó altos cargos políticos, supliendo su escasa formación con fuerza y empuje. Con su castellano mellado, era capaz de construir discursos recios, desafiantes y convincentes. Empecinado, un tanto agresivo con sus palabras. Fue un hombre más de acción que de palabra.

Su biografía política se inició en el republicanismo en 1916, en el Partido Radical de Alejandro Lerroux, donde fue presidente de la Juventud Rebelde, su rama juvenil. Luego llegó al anarquismo y en 1920 presidió la reunión de constitución del sindicato de Artes Gráficas de la CNT y fue su primer presidente, permaneciendo hasta 1923, para acabar en las filas socialistas, en torno a 1926 en la UGT y del PSOE. Estuvo implicado en los sucesos de Zaragoza vinculados con la sublevación de Jaca de diciembre de 1930. Según Kelsey, Aladrén fue la figura dominante del socialismo zaragozano durante la II República. Presidente tanto de la Agrupación Socialista como de la Federación Local de la UGT en enero de 1930, Secretario General de la Federación Provincial de la UGT zaragozana desde su constitución en mayo de 1931 hasta la sublevación militar.

Tras las elecciones municipales de 12 de abril de 1931 se convirtió en jefe de la minoría socialista en el Ayuntamiento de Zaragoza, destacando por su defensa de la clase obrera, la democracia, la educación y el laicismo, . Por la huelga de 35 días, iniciada el 5 de abril de 1934, estuvo preso en la cárcel, por ser miembro del Comité de Huelga. Por los hechos de octubre de 1934, todos los concejales socialistas fueron encarcelados y no volvieron a sus puestos hasta el 21 de febrero del 36.

En 1936 tras el triunfo del Frente Popular de la Comisión Gestora Provincial, bajo la presidencia del Gobernador Civil, Vera Coronel, formó parte junto a otros diputados socialistas: Antonio Plano, Antonio Ruiz.

Participó en los Jurados Mixtos, instituciones creadas en tiempos de la II República, para tratar de conciliar los intereses contrapuestos entre las clases patronal y obrera. Vocal en el Jurado Mixto de Artes Gráficas de Zaragoza y presidente del Jurado Mixto de Trabajo Rural de Zaragoza.

Llegamos al golpe militar de 18 de julio en Zaragoza. La indecisión del Gobernador Civil, Vera Coronel, y al negarse a proporcionar las armas que solicitó una delegación de la CNT y La UGT provocó el triunfo del golpe. Aladrén no pudo aguantar el encierro voluntario y se echó a la calle. Buscó refugiarse, llamó a las puertas de parientes acomodados. Se las cerraron con aspavientos, lo que era entregarlo a la muerte. Fue detenido por las falangistas y el día 9 de agosto por ser socialista fue asesinado con un tiro en el cráneo. Al conocer su desesperada viuda el trágico desenlace, como nos cuenta su amigo Arsenio Jimeno, anduvo vagando sin rumbo por las calles de Zaragoza musitando con infinito pesar, la cósmica tristeza.

El régimen franquista tuvo las ideas tan claras como crueles. Había que exterminar toda disidencia para construir la nueva España. Los “enemigos” del Régimen tenían que ser perseguidos hasta en las tumbas. Fue el caso de Aladrén. Incluso muerto, las autoridades franquistas le sometieron a un juicio en 1941, a través del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Zaragoza, para averiguar su comportamiento político con el objetivo de arrebatarle si tenía algún patrimonio. Su viuda rozando la miseria y sobreviviendo haciendo faenas por las casas, fue requerida sin contemplaciones varias veces a declarar ante el tribunal. Su expediente fue sobreseído por insolvencia.

*Profesor de Instituto