Es cierto que la sociedad, los políticos y la Iglesia tienen retos más urgentes que las bombas de la basílica del Pilar, pero, con la mirada puesta en el 2008 y sabiendo el número extra de visitantes que la Expo va a atraer, no es descabellado pensar en que no tiene ningún sentido exponer unos proyectiles. Este vestigio de un pasado deplorable se exhibe en el Pilar sin saber muy bien por qué. Un mero testimonio de un trágico hecho que ocurrió y del que jamás la Iglesia ha considerado un milagro porque no explotaran. Ya que hay que adecentar el templo y que las bombas no aportan nada, no estaría mal retirarlas a lugares más discretos.