No podía haber imaginado Pedro Sánchez mejor fin de semana. La victoria de Casado en el congreso extraordinario del PP le supo a gloria. Pues ahora se dan dos circunstancias que ponen al socialista en la mejor posición posible: en lo estratégico, porque se agudizará la lucha por la hegemonía entre unas derechas que, al competir en radicalidad, dejarán libre mucho espacio electoral; en lo táctico, porque con el PP intentando ganarle a Cs en la carrera de las propuestas recentralizadoras y recuperando el viejo discurso nacionalcatólico, ni los soberanistas periféricos ni Podemos podrán volverse atrás en el apoyo que le prestaron para ganar la moción de censura. Desde esta perspectiva, el pasado sábado el bueno de Rajoy volvió a perder y Sánchez volvió a ganar. Queda por ver si Pablo Casado va a ser algo más que un cometa cruzando raudo el firmamento y perdiéndose en las honduras del Cosmos.

Llamó la atención la rotundidad de la derrota de Sáenz de Santamaría. Pero más allá de la desilusión de quien ya se veía investida presidenta, lo que queda flotando en el aire es el talante, aparentemente reaccionario, clerical y para nada liberal, del triunfador. Se da por hecho que su actitud, tan dura, iba destinada a calentar a los compromisarios; pero que luego, cuando deba camelar a los votantes (bastantes de los cuales no son tan ultras), los mensajes serán más moderados y comprensibles. Más que nada porque la española es una sociedad muy variopinta, donde ya no cabe imponer el modelo de familia católica, limitar el derecho al aborto o cerrarle el paso a la regulación de la eutanasia.

Hay otro asunto pendiente: la sospechosa naturaleza de los títulos académicos del nuevo presidente del PP y aspirante a presidir el Gobierno de España. Las dudas muy razonables sobre la legalidad de su licenciatura y su máster le habrían inhabilitado para ocupar semejante puesto en cualquier otro país de nuestro entorno. Pero la militancia conservadora no le ha dado ninguna importancia. Al contrario. No deja de ser significativo. Y tremendo.