La situación actual en España es dramática, a pesar de que el gobierno fabrica y vende otra muy distinta, virtual. La realidad es la que es. Un ciudadano sensato tiene que constatarla, incluidos los todavía abundantes votantes inquebrantables del PP. Una deuda pública, que supera ya el billón de euros, y que además de desbocada es impagable. Unas cifras intolerables de parados, de ellos muchos no reciben subsidio alguno, cuando el artículo 40.1 de nuestra Carta Magna establece "los poderes públicos-realizarán una política orientada al pleno empleo". Quienes consiguen un puesto de trabajo, es en condiciones precarias, cuando según el artículo 35.1 "los españoles tienen derecho al trabajo-y a una remuneración suficiente para sus necesidades y de su familia". Millares de jóvenes obligados a la emigración, como en tiempos del franquismo, hecho que algún político descerebrado califica de muy positivo. Un Estado de bienestar sometido a un ataque brutal con recortes inmisericordes en la sanidad, enseñanza y asistencia públicas, lo que supone un desprecio absoluto a los derechos sociales y económicos recogidos en nuestra constitución. Unas pensiones congeladas. Jubilados que no compran medicamentos para poder comer. Familias desahuciadas de sus viviendas, cuyo número en el primer trimestre alcanzó 9.464. El español patriota, no el que envuelto en la bandera se lleva el dinero a Suiza, el que quiere lo mejor para su país debería sentirse apesadumbrado al ver a sus conciudadanos ansiosos esperando al anochecer a que los centros comerciales depositen comida en los contenedores; por la existencia de cada vez más mendigando en las calles y las entradas de las iglesias, como en la Edad Media; o durmiendo en los cajeros automáticos de las entidades financieras. Y sobre todo, a los patriotas deberían avergonzar los comedores abiertos este verano para garantizar a los niños una comida al día, medida que el gobierno nos vende como ejemplo de sensibilidad social. De la política actual, monopolizada por los dos grandes partidos, al ser meros mayordomos de los grandes poderes económicos, yo no espero nada sustancial para revertir esta situación tan dramática, por ello el futuro lo veo cada vez más negro.

Que tal cantidad de sufrimiento, injusticia y miseria acumulados no genere en las élites dirigentes una reacción, no puede ser producto más que de una mezcla de irresponsabilidad y deshumanización. Sigue siendo actual "Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón". Aunque solo fuera por prudencia, de la ética es inconcebible, deberían cuando menos hacer algunas concesiones para tratar de desactivar tanto material explosivo. Todo lo contrario. Hace unos días la FAES, el laboratorio de ideas del PP, ha propuesto que las empresas puedan contratar por un sueldo menor al Salario Mínimo Interprofesional (645 euros). Y luego querrán más, todo sea por la competitividad en un mercado globalizado hasta equiparnos con Bangladesh. Esto es un camino sin fin. Deberían ser conscientes de que se está acumulando mucho material altamente inflamable, que puede explotar en cualquier momento. Los grandes estallidos revolucionarios, como los grandes incendios, se inician con un simple chispazo. Y luego se convierten en torrentes desenfrenados de consecuencias imprevisibles. Allá ellos en su irresponsabilidad.

Ahora quiero dirigirme a la gran mayoría de la sociedad civil. Debería ser consciente de que las conquistas sociales, políticas y económicas, que hemos alcanzado y que están en grave peligro, no han sido regalos divinos ni concesiones espontáneas de las clases dominantes, muy al contrario, han sido producto de pertinaces y encarnizadas luchas con pérdidas humanas de las generaciones que nos han precedido, y que nosotros pusilánimes y acongojados no vamos a ser capaces de transmitir en herencia a las futuras. Este hecho nos debería servir para reflexionar. A pesar del mucho malestar acumulado, yo no veo una respuesta contundente para salir de este lodazal. Observo que en muchos ciudadanos ingenuos todavía persiste la creencia de que la situación actual es reversible y pasajera; y que con el cambio de la coyuntura económica retornará la anterior. Craso error. También es clara la expansión de una oleada de individualismo insolidario, plasmada en el sálvese quien pueda, que viene muy bien a la clase dominante. Cada uno va a lo suyo. Los parados, bastante tienen con tratar de salir de esa lamentable situación. Los que tienen trabajo su gran preocupación es mantenerlo, aunque sea precario. Para muchos jubilados con su pensión garantizada, aunque hoy no hay nada garantizado, su ámbito de preocupaciones políticas es muy reducido. Y lo más grave, como ha señalado y ha insistido el Nobel de economía Joseph Stiglitz, el éxito del modelo neoliberal ha sido el destruir la posibilidad de pensar y construir la alternativa.

Termino con otra poesía confiando en que no se cumpla "De todas las historias de la Historia sin duda la más triste es la de España, porque termina mal. Como si el hombre, harto ya de luchar con sus demonios, decidiese encargarles el gobierno y la administración de su pobreza".

Profesor de instituto