Pasados unos días de las elecciones generales en el Reino Unido, me parecen oportunas unas reflexiones. Los titulares han sido unánimes: gran triunfo de los tories con una mayoría absoluta inesperada; fracaso de los laboristas, que ha precipitado la dimisión de Ed Miliband; gran triunfo del SNP de Escocia; derrota de los liberal-demócratas; frenazo del partido UKIP (euroescéptico y xenófobo). Las valoraciones también unánimes. Cameron ha sido refrendado por el éxito de su política económica; y por el argumento de que votar a los laboristas era hacerlo por los independentistas escoceses, también socialdemócratas. Los laboristas han fracasado por su falta de liderazgo y de un programa económico convincente. Es cuestionable la "bonanza" de la política económica de Cameron, ya que está creando una sociedad muy desigual y fracturada, como muestra Owen Jones en su reciente libro El establishment. La casta al desnudo. Además el triunfo le permitirá en el próximo quinquenio unos recortes de 17.000 millones de euros, que destrozará el ya deteriorado Estado de bienestar.

Mas, hay que profundizar en los resultados de las elecciones. La participación del 66,1%, un incremento del 1,5% respecto a las del 2010. A los tories les han votado 11,3 millones (36,9%), frente a los 10,8 (36,4%) de las anteriores. Han pasado de los 306 escaños a los 331, es decir, la mayoría absoluta en un Parlamento de 650. A los laboristas 9,3 millones (30,4%), más de los 8,6 (29%) de las elecciones del 2010, y sin embargo han pasado de 258 escaños a 232. Al SNP, partido nacionalista escocés 1,4 millones (4,7%), 491.000 (1,7%) en el 2010, por lo que han pasado de 6 escaños a 56. Al UKIP 3,8 millones (12,6%) frente a los 919.000 (3,1%) del 2010, han conseguido un escaño.

Vemos que los porcentajes de votos no guardan relación con la asignación de escaños. Los tories, con el 36,9% de los votos tiene la mayoría absoluta. El UKIP con el 12,6% un escaño, mientras que el SNP con el 4,7% tiene 56. Los laboristas con más votos en el 2015 que en el 2010 tiene menos escaños. Tales hechos se explican por un sistema electoral mayoritario con distritos uninominales, que se lleva el único escaño el partido que alcance más votos. Tal sistema oculta muchas de las realidades políticas, ya que favorece a las opciones ganadoras, proporcionándoles bastantes más escaños a su porcentaje de votos. Lo que es totalmente injusto, ya que no todos los votos valen igual.

Frente al sistema mayoritario del Reino Unido el del Estado español es "proporcional" pero corregido, que también tiene graves defectos para asignar los votos en los escaños correspondientes, propiciados por su implantación en la Transición del Real Decreto-Ley de marzo de 1977, que estableció las normas para las primeras elecciones libres --que en lo fundamental se ha mantenido en la legislación electoral posterior-- y que no fue negociado entre la oposición democrática y el gobierno procedente del franquismo. La oposición bastante tenía con su legalización, y el gobierno de Adolfo Suárez pudo urdir con total libertad las reglas de juego. A pesar de su afirmación proporcional, el escaso número de escaños a cubrir en la mayoría de las provincias, le daba al sistema un carácter en la práctica mayoritario. La asignación de diputados a las provincias primaba a las menos pobladas, previsiblemente más moderadas y progubernamentales. Lo que se pretendía era evitar el multipartidismo excesivo y favorecer las candidaturas gubernamentales, y asegurar una representación limitada a la oposición antifranquista.

Podemos entender el objetivo del diseño del sistema electoral español por las palabras de Oscar Alzaga: "El sistema electoral fue elaborado por expertos, entre los cuales tuve la fortuna de encontrarme, y el encargo político era el de formular una ley por la cual el Gobierno pudiese obtener mayoría absoluta. Puesto que los sondeos preelectorales daban a la futura UCD un 36-37% de los votos, se buscó hacer una ley en la que la mayoría absoluta pudiese conseguirse con alrededor del 36-37%. Y con un mecanismo que favorecía las provincias rurales, donde en las proyecciones preelectorales UCD fuera predominante, frente a las industriales, en las que era mayor el voto favorable al Partido Socialista". En las generales de 15 de junio de 1977 la UCD con el 34,4% de los votos alcanzó la mayoría absoluta con 165 diputados.

Y 38 años después sigue el sistema electoral. Por ello, en las elecciones del 20-N del 2011 el PP en Teruel tuvo 2 escaños, y cada uno le salió por 20.000 votos. El PSOE ganó otro con 25.000. En España como promedio, el PSOE necesitó 66.801 para conseguir un escaño, el PP 66.740, IU 484.973 y UPD 306.079. Realmente surrealista. El voto no vale lo mismo. Lo que es antidemocrático, injusto y contrario a los derechos de todos los ciudadanos. Conculca la igualdad consagrada en varios artículos de la Constitución: el 1.1, igualdad como valor superior de nuestro ordenamiento jurídico; el 9.2, participación de los ciudadanos en la vida política; el 23.2, acceso a los cargos públicos, y el 68.1, voto igual. La igualdad de voto es conditio sine qua non para que una ley electoral sea democrática. Igualdad que no se puede obviar por razones de gobernabilidad. Y si se obvia, esto es fraude electoral. Profesor de instituto