No sé si vamos o nos llevan. No sé si la ciudadanía es consciente de la amplitud y profundidad del cambio de modelo que se está produciendo. Dudo mucho de que las políticas que se están implementando sean las que los españoles quieren. Y ello por una razón: se está construyendo una sociedad más desigual, más individualista, más pobre, más desprotegida ante los riesgos de la vida; se está disminuyendo el papel del Estado-protector, desmontando los mecanismos de solidaridad social y los derechos sociales conquistados con tantos esfuerzos. De la voluntad de imponer otro modelo por parte de los actuales dirigentes no me cabe ninguna duda, aunque intenten disimularlo y califiquen de sociales unos presupuestos que consolidan la desigualdad. Nos prometieron que con la reforma laboral se crearía empleo por doquier. Los datos lo desmienten rotundamente. Las reformas efectuadas no han provocado sino despidos más baratos. Que se sepa, ningún responsable de la crisis ha sido encausado y con toda probabilidad, saldrán de ésta mucho más ricos que cuando provocaron el desastre. La mayoría ya somos y seremos en el futuro más pobres. Si no fuera por las redes y la solidaridad familiar, junto a la economía sumergida, el conflicto social parece inevitable. No confío en que el Gobierno oiga el clamor de la calle, ni atienda a los requerimientos de la huelga del 14, pero decir que no, manifestar el malestar, es un tema de dignidad. Hay que seguir luchando y construyendo nuevas alternativas.