El nuevo presidente de Aragón, Javier Lambán, se enfrenta desde hoy a grandes y decisivos retos. A nadie se le oculta que esta legislatura tendrá una enorme complejidad porque el Gobierno necesita en el día a día el apoyo de otros grupos, sin los cuales su acusada minoría en las Cortes le incapacita para casi todo. Los acuerdos del PSOE con Podemos, CHA (que se incorporará al propio Ejecutivo) e IU serán puestos a prueba en la elaboración de cada presupuesto, en cada decisión importante, en el desarrollo de los programas conjuntos o en la actuación de cualquier alto cargo. Y eso mientras se gestionan unos recursos limitados, en una situación social y económica llena de problemas.

LA LÓGICA DEL PACTO

El pacto que ha reunido (a distintos niveles) a todo el centroizquierda tiene una lógica aplastante: por las evidentes coincidencias programáticas, por la necesidad común de reponer los servicios que definen el Estado del Bienestar... y porque la inmensa mayoría de quienes votaron a los cuatro partidos implicados no admitiría que, los unos por los otros, se fracasara bajo la regocijada mirada de la derecha. Podía haberse hecho de otra forma, pero el resultado final (cuatro formaciones respaldando a un Ejecutivo casi monocolor) estaba cantado.

Esa lógica se proyectará sobre todo el mandato. Y concierne a todos sus actores. Salvo que tras las próximas generales se produzca algún tipo de terremoto político, los próximos cuatro años exigirán a quienes en Aragón se definen como progresistas que hagan honor a tal etiqueta. A priori, no existen dificultades insalvables, sobre todo porque, previamente, el anterior Gobierno PP-PAR actuó en una dirección y ahora todo el centroizquierda quiere dar a ese rumbo un giro de ciento ochenta grados. La corrección de las políticas conservadoras será el mejor pegamento para el pacto PSOE-Podemos-CHA-IU.

PERO HAY MÁS DESAFÍOS

Darle la vuelta al Aragón que deja Rudi implica además una renovación profunda que afecta a los presupuestos, las prioridades, la gestión de las muy deficitarias empresas públicas, la eficiencia de la administración y los servicios públicos y la creación de un programa estratégico que saque a la comunidad de las parálisis actual.

No se trata de volver atrás, sino de construir el futuro. El nuevo presidente tendrá que rodearse de un equipo muy operativo y capacitado. Sus aliados habrán de arrimar el hombro. Echenique, el líder de Podemos, deberá bajar a tierra y hablar ya de lo que interesa: Aragón.