España y Aragón inician hoy un nuevo ciclo político tras los resultados de las elecciones autonómicas y locales celebradas el 24-M. Se ha abierto un escenario inédito en el que destaca la importante fragmentación que obligará a pactos para la gobernabilidad y la estabilidad de las instituciones y que, en el caso aragonés, constató un giro a la izquierda en las preferencias de los votantes. El PP, pese a ser la primer fuerza de la comunidad, tiene prácticamente imposible volver a formar gobierno. Así lo reconoció ayer la propia presidenta Luisa Fernanda Rudi, en una comparecencia en la que dio por finiquitada su etapa en la DGA. De igual modo que hace cuatro años los conservadores se beneficiaron del desgaste sufrido por el PSOE en la gobernanza de la crisis, anoche perdieron su hegemonía en circunstancias similares.

La alternancia PP-PSOE que ha condicionado el escenario político de las últimas décadas queda definitivamente rota después de los comicios de ayer. Podemos, y las diferentes coaliciones locales secundadas por el partido de Pablo Iglesias, han cumplido con las expectativas de las encuestas y se han colocado en disposición de acceder al gobierno de instituciones clave. El caso paradigmático es el Ayuntamiento de Zaragoza, en el que tanto los populares como los socialistas han sufrido un severo varapalo. Zaragoza en Común se ha convertido en segunda fuerza política pero es muy probable que coloque a su candidato, Pedro Santisteve, como alcalde de la capital aragonesa. Aunque todavía es pronto para hablar de pactos, la misma lógica que hace que el PP vea imposible repetir en la DGA o acceder al ayuntamiento invita a pensar en una alcaldía en manos de Zaragoza en Común apoyada por el PSOE y por CHA. El candidato socialista a la DGA, Javier Lambán, es sabedor de que necesita dar ese paso para garantizarse la posibilidad de formar gobierno en el Pignatelli.

Otro de los elementos destacados de la jornada electoral de ayer, consecuencia del desgaste del bipartidismo, viene dado por la irrupción de Ciudadanos, que puede convertirse en una fuerza clave en las instituciones, bien en el gobierno bien en la oposición. De hecho, el partido de Albert Rivera va a quitar protagonismo a las dos fuerzas aragonesistas, PAR y CHA, que pese a la irrupción de dos nuevas formaciones con implantación estatal han mantenido el tipo.

Los ciudadanos ya se han expresado, y ahora toca que los partidos actúen con generosidad para garantizar la gobernabilidad de las instituciones a través de una fórmula, la de los pactos, en la que Aragón tiene sobrada experiencia.