Hay un círculo maldito que relaciona la degradación urbanística con la propia degradación personal de quienes habitan viviendas antiguas y de mala calidad. Ese círculo determina finalmente la aparición de guetos marginales y constituye un problema esencial para cualquier ciudad. El ayuntamiento de Zaragoza ha iniciado estudios de este fenómeno y en paralelo está preparando alternativas que permitan prevenir los procesos de deterioro sociourbanístico.

No es una misión fácil, pero es imprescindible; no sólo por una cuestión de justicia social, sino también para mantener una ciudad saludable y segura. Actuar sobre las viviendas degradadas con planes de rehabilitación integrales es un paso que debe darse ya. Los proyectos iniciales planteados en los barrios de Las Fuentes y Delicias habrían de ser un primer paso, seguido inmediatamente de otros más.

Claro que las intervenciones rehabilitadoras precisan de enfoques imaginativos, porque las viviendas que las requieren tienen muchos vecinos de edad avanzada y rentas mínimas. Ahí ha de entrar en juego la ya efectiva Sociedad Municipal de Rehabilitación, proponiendo soluciones que permitan cortar el círculo de la degradación antes de que sea tarde,