Si meas deberás decir padre; si haces pipí, tu delicada boquita deberá pronunciar la palabra papá. Si te criaste con Pelargón, padre; si fuiste educado por una nanny inglesa, papá. Si te uniformas en Carrefeteur, padre; si tu atavío es encaje y puntillas, papá. Si vas a la escuela en bus y con el Tupper, padre; si es el mecánico el que te deposita en la guarde, papá.

Si a la hora de comer, en el plato hay sopa de morralla con Avecrem, padre; si hasta a la bullabesa le pones pegas, papá. Si te encaramas al rucio en la era, padre; si practicas el turf en el hipódromo, papá. Si heredas el jersey de tu hermano, padre; si seleccionas los cárdigan en Stuarts London, papá. Si te montas una leonera a capricho en un granero, padre; si te pones un penthouse mono, papá. Si vas de putas, padre; si utilizas un servicio escort, papá. Si te pillas una tajada monumental, padre; si te indispones tras libar varios buchitos de Hennesy Elipse, papá. Si aún circulas en un Seat Panda, padre; si tienes en el garaje un Lamborghini Aventador, papá.

Si te sabes todas las de Rafael Farina, padre; si te mueves a ritmo de David Ghetta, papá. Si miras la hora en un Duward, padre; si te guías por las manecillas de un Patek Phillipe's Supercomplication, papá. Si te atas el pañuelo a la cabeza con cuatro nudos cuando subes al andamio, padre; si diriges tus empresas desde el iPad, papá. Si ves el fútbol en el teleclub, padre; si en el salón de tu casa de la sierra, en un PrestigeHD Rose Suprem Edition de Stuart Hughes, papá.

En uno y otro caso, yo que tú y aunque no te des un aire al butanero, por si acaso me haría unas pruebas de ADN.