Es entretenida e ilustrativa la controversia suscitada con la llegada del gobierno tripartito a la Generalitat de Cataluña. Con toda probabilidad, va a forzar, o empieza ya a forzar, a revisar muchos números. De entrada, socialistas, republicanos y comunistas han comenzado a comprobar que el gobierno anterior, de 23 años, a cargo de los hombres de Jordi Pujol, cuadraba las cuentas peor de lo que les contaban. Es decir, que van a aparecer algunos gastos más de lo que explicaban al país. También terminaremos sabiendo si eran 40 o eran 200 los asesores de la Generalitat y cuánto cada uno algo que no consiguieron saber los hoy gobernantes.

Siempre se ha sostenido que mantenerse más allá de ocho o diez años en el gobierno tiene el riesgo de patrimonializar el poder, de considerarlo propio y de abusar de él hasta límites insoportables. Los hijos del dueño son también dueños con derecho al abuso. Carod-Rovira estima que Cataluña aporta al estado dos billones de pesetas anuales de las que, entiende, no se beneficia lo que debiera.

Desde el acuerdo de que cada región debe aportar al Tesoro Nacional su parte correspondiente, Carod considera que los catalanes pagan demasiado a Madrid, y no perciben lo que debieran para afrontar sus propios gastos de infraestructuras y servicios. Y sobre esa base, Carod y unos cuantos catalanes más llegan a la conclusión de que más les valdría tener independencia y estado propio, por la sencilla razón de que no están cómodos en un estado que "se apodera" y hace uso de la mayor parte de sus rentas. Hace años que hizo cuentas parecidas Trías Fargas. Y llegó a la conclusión de que no valían la pena aventuras secesionistas.

Pero nunca estará de más revisar algunos aspectos que bien pudieran merecer atención y revisión. Esperanza Aguirre ha hecho uso de las estimaciones de un informe del BBVA según el cual, cada ciudadano de la Comunidad de Madrid aporta al Estado 1.243 euros, cada balear 871 y cada catalán aporta 400 euros anuales más de los que recibe en servicios. Maragall ha replicado a Aguirre criticando que las matemáticas no sean su fuerte. Y a lo mejor es irracional e impresentable que los catalanes paguen tantos peajes para salir o llegar a Barcelona. Y por detalles impresentables llegan a tener una pésima impresión del Estado a cuyo mantenimiento solidariamente contribuyen. *Periodista