En estos tiempos tan acelerados y turbulentos los hechos y los conceptos se interpretan y se utilizan en muchas ocasiones de manera poco rigurosa, en el mejor de los casos, o de forma confusa y tramposa, en el peor. La idea de rescate es la de una actuación que se hace para salvar a alguien de un peligro o de una situación complicada. Así tenemos, el rescate a la banca, a las autonomías o al propio país. Las causas por las que cada una de estas tres entidades tienen problemas son distintas, las medidas también difieren y los resultados y consecuencias de las actuaciones del rescate producen ganadores y perdedores diversos. Nos debemos plantear, por qué el rescate, quién se beneficia, quién sale perjudicado.

1. Rescate a la banca. Los motivos de su crisis derivan, en parte, de una mala gestión, por centrarse demasiado en el ladrillo. En bastantes casos, saqueo sistemático y utilización política de las cajas desde algunas, no todas, autoridades autonómicas y bienpagados gestores. Junto a esto, unos prestamistas internacionales, alemanes y franceses, entre otros, que no midieron el riesgo. Realmente, a quienes se está rescatando es a los prestamistas internacionales que no ven mermados sus préstamos, que entran en la órbita de la cobertura y garantía públicas. Quienes pagan son los contribuyentes, se vista como se vista, y algunos inversores de las llamadas preferentes. ¿por qué no se llevan hasta sus últimas consecuencias las leyes del mercado y se deja quebrar a los bancos ruinosos mientras el Fondo de Garantía de depósitos atiende a los impositores hasta 100.000 euros, o sea la mayoría de ellos?

2. Rescate a las autonomías. La estructura de financiación de las autonomías siempre ha carecido de lo que se llama corresponsabilidad fiscal: que el que paga lo entrega a la unidad de gasto inmediata. O sea, que la CCAA recauda unos impuestos directamente y el ciudadano ve dónde los gasta y en consecuencia puede evaluar la acción del gobernante autonómico. Las autonomías han sido gestoras de un gasto que se financiaba por unos impuestos que recaudaba el estado, que es el que soporta el coste político de los impuestos. La no corresponsabilidad en los ingresos ha conducido a una política de gasto autonómico en no poca medida irracional, caracterizada por políticas expansivas de gasto, clientelismo político, proliferación de fantasías nacionalistas y corrupción. Ahora cuando la crudeza de la crisis exhibe el desequilibrio fiscal afloran con dureza esas malas prácticas y se plantea el rescate. Cuando el problema es que los bancos no prestan a las autonomías y se produce un desfase de tesorería, como dice Andalucía, el rescate es, se puede decir, una línea de crédito necesaria. Pero cuando la deuda de una CCAA alcanza casi el 20% del PIB de la comunidad, como Cataluña o Valencia, el rescate puede interpretarse como un mal externo ajeno a las políticas de los gestores autonómicos y, en consecuencia, estos gestores pueden seguir con esas políticas. Y los votantes seguir votando a esos partidos. Todo el mundo sabía quiénes eran Gil en Marbella o Fabra y Camps en Valencia y -.. El no-rescate puede ejercer una importante y necesaria labor pedagógica.

3. El rescate al Estado. Ya sabemos que el enorme endeudamiento español es principalmente endeudamiento privado. Cierto que las deudas privadas empiezan a ser públicas, desde el momento que esa deudas impiden el consumo del sector privado y, por tanto, el crecimiento y la creación de empleo se hunden, los ingresos se reducen y el gasto público aumenta. No tendría por qué ser así, si conseguimos que los acreedores, irresponsables bancos alemanes, asuman también su parte de culpa y accedan a una quita. ¿Para qué sirve pues un rescate al Estado, es decir, un gran préstamo al Estado aunque sea en buenas condiciones? ¿Sirve para reducir el endeudamiento privado y estimular el crecimiento? El rescate permite garantizar el cobro, de momento, de las deudas de esos acreedores externos a base de reducir el empleo y las condiciones de vida de la ciudadanía de los países deudores. Mientras a ganar tiempo y ver si escampa y cambia el ciclo. El rescate sirve para que los acreedores cobren lo que los deudores no pueden pagar y a los que se responsabiliza en exclusiva de la crisis. ¿Qué ocurre en la vida económica cuando se da esa situación? Se negocia una quita. El rescate no sirve para estimular el crecimiento porque no reduce las deudas y así no se liberan recursos para el consumo y la inversión. Todo lo contrario y lo estamos viendo en los países rescatados. Si el rescate no sirve contra la crisis, además de que es injusto, y este es la gran actuación, la medida extrema contra la crisis, ¿qué hacer para crecer y salir de la crisis? Pues a lo mejor es que hay que salirse del euro y ensayar fórmulas propias. La mayoría imaginamos el infierno fuera del euro, pero dentro del euro los países periféricos ¿están en el paraíso? ¿han mejorado o se han hundido todavía más desde el rescate? Y esto sirve también para el fantástico rescate "precautorio" del BCE que nos han vendido estos días con la visita de Merkel y que han aplaudido los mercados y la bolsa.

En esta situación y ante la falta de corresponsabilidad por parte de las autoridades monetarias europeas y las de los países más potentes, en la búsqueda de soluciones a la crisis económica que nos atenaza, nos deberíamos plantear seriamente una reflexión sobre la salida del actual euro sin alarmismos. Mientras tanto, ¿rescates? No gracias.