Ante el endiablado escenario político del país, no hay institución que permanezca a salvo de la inestabilidad. Se ve estos días en el Ayuntamiento de Zaragoza, enfrascados como están los grupos políticos en una pelea estéril para los ciudadanos y cuyo único objetivo pasa por colapsar la gestión para inferir daño al rival político. La legislatura municipal puede darse por finiquitada, y aunque los cantos de sirena provenientes de Madrid (por los apoyos que quieren profesarse Sánchez e Iglesias) podrían ablandar algo la relación ZeC-PSOE, la inquina acumulada es ya veneno difícil de extraer.