-¿Cómo está viviendo estos días y su llegada al Leganés?

-La sensación es extraña y dura, porque dejo atrás muchas cosas, amigos y un gran club como el Zaragoza que ha sido tan importante en mi carrera. Han sido muchos años, seis, lo que da para buenos momentos y también para algunos malos, pero ahora me toca vivir otra etapa en el Leganés, que supone jugar en Primera y es un paso adelante en mi carrera.

-¿Y qué supone el Zaragoza?

-Es mi segunda casa, un club fundamental en mi carrera. Le tengo mucho cariño, muchísimo, y me voy con esa sensación de agradecimiento, porque hasta pude llevar el brazalete de capitán, lo que es un orgullo, un recuerdo imborrable. Ahora, seré un zaragocista más desde la distancia, le seguiré desde aquí y espero y deseo que suba, que vuelva al sitio que merece.

-Usted no pudo lograr ese objetivo con el Zaragoza.

-Sí, con esa espina clavada sí me voy, con la sensación de no haber ayudado a ese objetivo e ilusión de todos que es estar en Primera. Ojalá sea este año.

-En sus tres cursos en el primer equipo ha tenido varios entrenadores. ¿Paco Herrera fue el que más fuerte apostó por usted?

-Por supuesto, pero también Ranko Popovic, Víctor Muñoz o Lluís Carreras. Todos me hicieron progresar en mi forma de jugar, confiaron en mí, aunque lo importante ante todo es el club, el Zaragoza, el que está por encima de todos. Aún así, no me quiero olvidar de Ander Garitano, que fue el que me dio la oportunidad de llegar allí.

-¿Se acuerda ahora de los pitos de La Romareda en algunos partidos de su primera temporada?

-Claro que me acuerdo de aquello, fue duro, sobre todo moralmente, pero me hizo aumentar el esfuerzo y los logré cambiar por aplausos, con confianza y con trabajo. De eso me siento muy orgulloso. Esa constancia, la humildad, la seguridad en mis posibilidades, el no presionarme, la tranquilidad... Todo ayudó a que progresara como futbolista y creo que la afición lo supo apreciar.

-¿Le comunicó el club al final de la temporada la obligación de su salida?

-A mí directamente no me lo dijeron, no se reunieron conmigo para eso, pero yo lo leía y lo escuchaba muchas veces, así que sabía que se podía dar, que existía la posibilidad, que me tomé con tranquilidad y a la espera de noticias. Yo desde el principio dije que estaba dispuesto a ayudar al club en lo que fuera necesario y que me iría si llegaba una buena oferta para ellos y para mí, lo que sucedió con el Leganés.

-La necesidad económica aprieta a la SAD...

-Claro, sabemos que el club necesita dinero, que está jodido en su economía. Esa es una realidad. Y mi traspaso supone una ayuda para el Zaragoza.

-Pero la afición se queda sin referentes. El año pasado, Vallejo, ahora usted. ¿Entiende que haya un enfado en la gente por eso?

-Pero es que ante todo está el club, su necesidad. Si llegan propuestas y hay jugadores que pueden salir dejando un dinero, en el Zaragoza ahora prima lo económico. Es así. A mí me habría gustado quedarme, porque, insisto, es mi segunda casa, pero las cosas son como son, aunque también el Leganés suponga un reto muy bonito para mí, un paso adelante al jugar en Primera.

-Un millón de euros por usted. ¿Es poco o mucho?

-Son cosas de una negociación entre clubs en las que no debo entrar. Lo único que puedo decir es que me siento muy contento por la enorme confianza que demuestra el Leganés apostando tan fuerte por mí.

-¿Qué mensaje da a la afición zaragocista?

-Que apoye al equipo y que lo anime siempre, porque es muy difícil subir, aunque hay una buena plantilla y un buen entrenador y se está trabajando bien. Ahora, eso se tiene que ver reflejado en el césped, haciendo una gran temporada y para eso la grada es vital.

-Cuatro temporadas en el Leganés. ¿Cómo las afronta?

-Vengo a ganarme un puesto, a lograr la confianza del entrenador y de mis compañeros. Llego para trabajar duro, para hacerme un sitio y para seguir progresando. No me marco más metas por ahora, aquí empiezo de cero.