El derrumbe del puente de Génova, una obra emblemática de la ingeniería civil diseñada por Ricardo Morandi e inaugurado en 1967, ha llevado a recordar a los expertos que no hay una única causa que explique un desastre similar, pero también que las técnicas de construcción y mantenimiento han evolucionado mucho y el riesgo de un desastre similar con un puente actual es mucho menor.

Para empezar, ya no se edifican puentes sobre viviendas, una de las claves que más ha elevado el número de muertos, aunque en España hay casos como el viaducto de la autopista A7 sobre Martorell, que pasa sobre viviendas y otro puente, o el del puente de Rande en Vigo, que cruza la ría pero donde hay varias casas debajo de sus carriles laterales. El mantenimiento y las inspecciones se llevan en España con más rigor que en Italia, donde en los últimos cinco años han caído 10 puentes. Según el Ministerio de Fomento, los 22.500 puentes, pasarelas y viaductos han sido inspeccionados en los últimos cinco años y hay un registro informático que computa las incidencias y una guía sobre cómo realizarlas las inspecciones. También la tecnología ha ayudado: ahora se pueden usar drones para llegar a las áreas más difíciles y sensores controlados a través de internet.

Y sobre todo, se ha perfeccionado la composición de los materiales y las estructuras desde los tiempos del puente de Génova, una obra icónica en su tiempo por el uso del hormigón precomprimido atirantado, del que era un exponente mundial. Sin embargo hay prudencia. «Hasta que no se investigue y evalúen las causas no se sabrá por qué ha caído el puente Morandi, y todo lo que hagamos ahora es especular», afirma Ángel Castillo, investigador y director del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja del CSIC. «Ahora se trabajan con coeficientes de seguridad más altos que hacen que si hay un fallo de diseño no haya un derrumbe inmediato»,

Las estructuras civiles se piensan para que resistan una vida útil de 50 o 100 años, aunque con la voluntad de que su existencia sea mucho más larga. El viaducto de Millau, en Francia, el puente más alto del mundo, se ha previsto una duración de 125 años, pero se espera que dure mucho más. «En el caso de Génova, el puente estaba construido con tirantes de hormigón pretensado, muy diferentes a cómo se hacen hoy, y con los años algunas construcciones de entonces con este material se han tenido que demoler por los problemas de deterioro», recuerda Climent Molins, ingeniero profesor de la UPC y especialista en hormigón. «En EEUU se están revisando muchos puentes y grandes infraestructuras que se hicieron hace más de 50 años», afirma.

El ingeniero Antonio Brenchic, en una entrevista del 2016 reproducida estos días, advertía de que el hormigón de la época ha dado graves fallos de estabilidad debido a las vibraciones y a una falta de consideración el riesgo sísmico, según el técnico, que abogaba directamente por derribarlo y construirlo de nuevo. Una opinión compartida también desde hacía años por otros expertos en Italia.