Amador Plaza comenzó a padecer párkinson cuando apenas tenía 35 años. Acababa de tener al último de sus tres hijos y comenzó a sentir "cansancio, pesadez y rigidez de brazos". Fue el comienzo de una enfermedad que ya dura más de veinte años. Atrás queda el difícil momento de aceptación de la enfermedad y la renuncia a un tipo de vida. "Acababa de entrar en el ayuntamiento después de haber aprobado las oposiciones, pero tuve que dejarlo. Llegaba tarde a trabajar y me bloqueaba a medio camino", indica resignado. Así que no le quedó más remedio que abandonar. "Todo se va acentuando hasta que entiendes que no queda otra que dejarlo y empezar una nueva vida".

Esa renuncia fue lo más duro. "Había trabajado mucho para lograrlo", pero Amador no tardó en aceptar que su única salida era hacia adelante. "Aprendes a pensar de otra manera, ya que cambian las reglas del juego y entiendes que lo importante no es el trabajo sino que te vuelves a plantear todo, aceptas esas otras reglas y juegas a lo que te dejan jugar no a lo que tú quieres. A todo se aprende".

Con una operación de por medio hace tres años en Barcelona, Amador no concede una especial relevancia a sus problemas en el habla o al escribir. "Al fin y al cabo me valgo por mí mismo, tengo autonomía y no me puedo quejar. A eso contribuyó la operación a la que fui sometido hace tres años en Barcelona y que me fue bien, aunque sé que he perdido mucho en habla y a la hora de escribir".

Fue entonces cuando decidió presentarse a vocal de la asociación de Párkinson de Aragón. "No soy de tomar el sol", apunta. Porque Amador necesita actividad y la asociación le brindada esa oportunidad. "Ahora le doy vueltas a la cabeza pensando en lo que haré cuando deje esto".

Su familia es uno de los pilares sobre los que se apoya para seguir luchando. Amador no se rinde y sueña con una cura que todavía admite "lejana", pero confía en que las investigaciones logren avances. "Hay que seguir intentándolo. Hay muchos que se desesperaron cuando no salió lo de las células madre, pero el objetivo final es perseguir la cura de la enfermedad y hay que poner todos los medios posibles para ello porque el enfermo mantiene la ilusión todos los días si sabe que se sigue investigando y que se puede avanzar en la cura".

El presidente de la Asociación Párkinson Aragón advierte de que la enfermedad "no entiende de crisis y quienes lo padecemos no nos libramos de él por más que cambien las circunstancias económicas". De momento, este año, gracias al incremento del coste de los servicios y de la ayuda de la DGA "iremos tirando".