Los tres aragoneses heridos en el atentado de la madrugada del viernes pasado en Cambrils continúan ingresados en hospitales de Tarragona. De ellos, Alicia Suárez, hermana de la única víctima mortal aragonesa, Ana María, es la que mejor evoluciona y, de hecho, es posible que hoy mismo, en función de su estado, abandone la unidad de cuidados intensivos (UCI) y, aunque tiene lesiones en la cadera, podría ser trasladada ya a una habitación en planta.

Así lo aseguraron a este diario sus propios allegados, que explicaron que Roque Oriol, marido de la mujer fallecida como consecuencia del atropello -tal y como insistió la familia a este diario-, sigue estando grave y «en coma inducido». La tercera persona herida de Aragón, de la que todavía no ha trascendido su identidad, también está grave.

Mientras, la familia aún desconoce cuándo van a poder trasladar a Zaragoza el cadáver de Ana María Suárez, porque, según señalaron, el proceso se está viendo retrasado «por problemas de papeleo». De momento, se halla en el Instituto de Medicina Legal y Ciencia Forense de Cataluña, donde seguirá hasta que se haya completado el proceso de identificación de las víctimas mortales, según informaron fuentes de la Generalitat.

Roque Oriol sufrió heridas de carácter muy grave y en su localidad natal, Morata de Jalón, se sigue con expectación su evolución. Un vecino comentó que se halla en coma inducido en la UCI del hospital Juan XXIII de Tarragona. Presenta diversos traumatismos al ser arrollado por el Audi A3 con el que los terroristas atentaron en Cambrils.

PÉSAME

El estado de los heridos ha generado una ola de preocupación en Aragón. El alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, trasladó ayer sus condolencias a la familia de Ana María, que residía en la capital aragonesa, y se interesó por su marido y su hermana. Mientras, en Morata de Jalón continúa la consternación y la preocupación por lo ocurrido. «Roque es muy apreciado aquí», manifestó ayer un vecino de la localidad. «Viene mucho y es socio del casino, aunque, por circunstancias de la vida, marchara a Zaragoza a trabajar». Las redes sociales recogen opiniones y comentarios de sus vecinos, que siguen con mucho interés los acontecimientos.

De la víctima mortal se ha señalado que sufrió años atrás una grave enfermedad que consiguió superar. Ella y su marido, junto con Alicia, se hallaban en un apartamento que poseen en Cambrils, de veraneo. La noche de los hechos habían salido a cenar para celebrar el cumpleaños del marido y el ataque les sorprendió al término de la fiesta familiar, cuando paseaban por las inmediaciones de la playa.

VUELTA A LA NORMALIDAD

Mientras tanto, Cambrils empezó ayer a volver lentamente a la normalidad tras un atentado que dejó los locales de ocio vacíos y grandes huecos en la playa, que normalmente está abarrotada en el mes de agosto.

En el lugar donde fue arrollada Ana María Suárez, los paseantes depositaron flores y velas en recuerdo de la fallecida. Esa zona del paseo marítimo fue visitada por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que deseó una pronta recuperación a los heridos, y la alcaldesa de Cambrils, Camí Mendoza.

«Vivimos una noche de pesadilla, pero el terrorismo no nos va a vencer», declaró ayer María Jesús, una zaragozana que veranea en Cambrils. «Anoche no cabía nadie más en el paseo de las Palmeras», añadió. Incluso los negocios de hostelería se animaron tras la sorpresa inicial. «Los camareros nos sonreían y nos agradecían que volviéramos», relató María Jesús.

«Seguiré aquí, como tenía planeado», subrayó un veraneante oscense. «Es un episodio muy triste el que se ha vivido, pero que no nos puede hacer cambiar», añadió. Asimismo, un hotelero de primera línea de playa manifestó que no se había disparado el número de cancelaciones. «Son las mismas que se registraban antes del atentado», aseguró.

En algo sí ha cambiado Cambrils desde la medianoche del viernes. Ahora la presencia policial es más abundante y omnipresente. Esta circunstancia, apuntaron distintas personas que paseaban junto al mar, les infunde tranquilidad. Algunos de ellos visitaban los lugares donde se ven los impactos de las balas disparadas por los Mossos d’Esquadra y tomaban fotografías.