El presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, acompañado por el presidente de Expo Agua, Roque Gistau; el comisario de la Exposición Internacional de Zaragoza 2008, Emilio Fernández Castaño; y el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, asistió ayer a la fiesta de los trabajadores en el recinto de Ranillas. Iglesias aseguró que "la Expo ha terminado, pero no es el fin de una etapa, sino el principio. Es la puerta a través de la cual Aragón se ha dado a conocer a todo el mundo". Según el presidente, "el agua y el desarrollo sostenible, el gran debate de la Expo 2008, es uno de los grandes desafíos de la humanidad del siglo XXI junto a la energía, el terrorismo global o la construcción europea. Estamos ante el inicio de una nueva etapa de más ambición, confianza y posibilidades para todos".

Por su parte, el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, acudió a la fiesta para agradecer y reconocer personalmente el esfuerzo y la dedicación que todos los trabajadores han demostrado durante los 93 días de muestra, y que "han resultado fundamentales en el éxito de la misma". El alcalde explicó que lo más importante de los 93 días de la muestra ha sido "el valor del capital humano". Belloch reconoció el trabajo de los voluntarios "hasta el último momento". De hecho, durante el espectáculo de los fuegos artificiales de la clausura tuvieron que formar una cadena humana de forma espontánea para evitar que los ciudadanos pudieran sufrir algún daño por la proximidad de la pirotecnia. Todo se hizo con simples mensajes de texto a los teléfonos móviles.

El director general de Operaciones y Contenidos de la sociedad pública Expoagua, Jerónimo Blasco, destacó ayer públicamente el "esfuerzo de los voluntarios que han realizado más de 65.000 jornadas completas a pesar del clima". En opinión de Blasco, sin ellos no hubiera sido posible sacar adelante este proyecto internacional durante 93 días.