El grupo PSA amenaza con dejar a Opel España sin su mejor activo, el Opel Corsa. El consorcio francés (Peugeot, Citröen y DS) demostró ayer que no le tiembla el pulso si la rentabilidad está en peligro y, a su juicio, la ruptura de las negociaciones del nuevo convenio en Figueruelas --con el que quiere reducir los costes salariales y aumentar la jornada laboral-- es un riesgo que no está dispuesto a asumir. Por ello, decidió ayer paralizar, «con efecto inmediato», todos los trabajos relacionados con el lanzamiento del nuevo Corsa, cuya fabricación estaba prevista para el último trimestre del 2019, e iniciar el estudio de un emplazamiento nuevo para este modelo. Así lo comunicó PSA a los representantes sindicales en una reunión «urgente» celebrada en Figueruelas y que sonó a ultimátum. O hay sacrificios o la fábrica se quedará en el chasis.

Pero la seria advertencia de PSA no quedó ahí. La compañía también anunció que Opel España no optará a nuevas inversiones e iniciará el estudio para la integración en el medio plazo de las dos líneas de montaje en una sola. Los efectos de la falta de entendimiento entre dirección y sindicatos de Opel se traducirá además en la paralización del proyecto de ampliación de la nave de carrocerías.

RENTABILIDAD A TODA COSTA

La justificación a todo este castigo es económica. PSA quiere rescatar a Opel de 16 años consecutivos de pérdidas sí o sí. Sin beneficios no hay futuro. «Opel/Vauxhall sólo invertirá en proyectos que tengan rentabilidad y conlleven acuerdos de competitividad con una reducción de los costes de inversión y fabricación», recalcó el grupo en un comunicado.

La dirección de Opel España trasladó ayer a los representantes de los trabajadores que su intención es «gestionar los impactos de la forma más racional y eficiente posible», aunque ello conllevaría irremediablemente despidos. Asimismo, adelantó que en los próximos días se pondrá en contacto con los sindicatos para buscar «la mejor forma de incorporar todos estos nuevos conceptos en la negociación del convenio». El director general de la compañía, Antonio Cobo, remitió una carta personal a cada empleado con el nuevo escenario, que calificó de «extrema gravedad», y se dirigió también a los encargados y mandos de la factoría en esta misma línea.

SALTAN LAS ALARMAS

El anuncio del grupo francés representa la mayor amenaza para la empresa más relevante instalada en territorio aragonés. La pérdida del Corsa y la eliminación de una sola línea supondría reducir a la mitad la actual capacidad productiva de Figueruelas, que en el 2017 fabricó 382.000 unidades, de las que 210.000 fueron del Corsa. Además, si PSA ejecutase esta decisión, amputaría por completo el tejido industrial del automóvil en Aragón, con una pérdida de empleos que podría superar las 5.000 personas entre Figueruelas y el resto de empresas vinculadas a la industria auxiliar.

Nunca antes Opel España ha visto peligrar su futuro de una forma tan tangible. Solo en el 2009, cuando General Motors (GM) se declaró en bancarrota y Magna estuvo apunto de comprar Opel, hubo tanta incertidumbre. La DGA, los sindicatos de Figueruelas y el mundo económico aragonés se vieron sacudidos ayer por el anuncio del grupo presidido por Carlos Tavares.

El presidente Lambán calificó la decisión de PSA de «muy preocupante» y «desalentadora», ya que aboca a la comunidad a una situación «muy complicada» y «grave». La urgencia es tal que hoy mismo Lambán y la consejera de Economía, Marta Gastón, mantendrán una reunión con la dirección y los sindicatos de Opel.

RESPUESTA SINDICAL

Ayer, los sindicatos trataban de asimilar el desafío que se les presenta. Por lo pronto, han instado a que la empresa reconsidere su postura, con el fin de que se alcance un acuerdo sobre el convenio que «garantice las inversiones, el futuro de la planta y unas condiciones dignas para los trabajadores».

Además, el comité reprochó la decisión «unilateral» de la compañía de privar a Figueruerlas de su modelo estrella -se fabrica en Zaragoza desde 1982- y de poner barreras a su futuro. «Como comité no podemos compartir ni aceptar esta decisión», apuntó ayer la presidenta del comité de empresa, Sara Martín. Para mostrar este rechazo, el máximo órgano de representación de los trabajadores ha convocado a la plantilla a una concentración, que tendrá lugar hoy a las 9,35 horas (hora del bocadillo de los turnos de mañana y central). La medida fue aprobada ayer por unanimidad de todos los sindicatos (UGT, CCOO, CGT, Acumagme y OSTA).

En cualquier caso, los próximos días serán intensos, ya que las organizaciones tienen previsto convocar a sus ejecutivas para analizar la nueva situación. UGT lo hará mañana y CCOO, el viernes. De estos encuentros saldrán las estrategias a seguir, que pueden desembocar en nuevas movilizaciones.

Pese a la amenaza de PSA, el pulso entre la empresa y los sindicatos parece seguir en pie, ya que estos últimos mantienen su «unidad» como su gran baza en este conflicto. Además, consideran que «no vale todo para asegurar los puestos de trabajo». Algunos, incluso, tildaron de «chantaje en toda regla» lo que planteó ayer la multinacional.

La gran duda que asaltaba ayer era si el anuncio del grupo francés PSA es una amenaza, se trata de un ultimátum, es una advertencia seria o si realmente se trata de una decisión definitiva. En este último caso, el impacto para la economía aragonesa sería enorme.