Es muy simple. Igual que los papeles de Salamanca tuvieron que regresar con justicia a Cataluña, los bienes de Sijena vuelven también con justicia a Aragón. Si los catalanes independentistas, en lugar de reconstruir otra versión de su victimismo quisieran escuchar la verdad y no fueran tan cerriles, el 90% de los ciudadanos de Cataluña estaría de acuerdo y se preocuparía de otras cuestiones. Los patrimonios culturales deben construirse sobre la base de la legalidad y, sobre todo, con sentido común. El victimismo de los radicales, con los independentistas diciendo «Aragón nos roba» y caldeando el ambiente de una comunidad de más de 7 millones de habitantes no va a ninguna parte, como se ha visto. Solo que lo que ocurre es que la fuerza que creen tener sirve para dilatar, pero no para conseguir. A Aragón le ha costado tener otra vez el tesoro porque a Aragón le cuesta mucho conseguir todo. En Cataluña sería imposible que se incumplieran sentencias a su favor, acuerdos bilaterales... En Aragón, si. Es fácil ignorar los deseos de esta comunidad y olvidarlos. Por eso se ha tenido que esperar 22 largos años. Solo 1,3 millones de habitantes dice poco. Dice un 3% de la población española, casualmente. Una cifra mágica para Cataluña, como la pieza que se ha birlado en el traslado, una menos de 44, casi un 3%. Será el precio o la irracionalidad. Intentar razonar este conflicto de forma distinta a la realidad resulta sospechoso. Buscar hoy la imagen victimista del expolio es otro paso atrás de estos radicales. Si quisieran escuchar la verdad...